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jueves, 3 de mayo de 2012

7.- El Preso Número Nueve


Como acabar para siempre con "La violencia de género doméstica y machista"

Cierto día escuché en la radio una vieja tonadilla mejicana cuya letra me hizo reflexionar seriamente acerca del sentido de la propiedad y su influencia en todo lo malo que le ocurre a la humanidad. La copla reza así:



Al preso número nueve ya lo van a confesar. 
Está resando en la selda con el cura del penal, 
porque antes del amaneser la vida le han de quitar, 
porque mató a su mujer y a un amigo desleal.

Dise así al confesor: “¡Los maté, si señor!... 
¡Y si vuelvo a naser, yo los vuelvo a matar! 
Padre, no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad. 
Yo sé que allá en el sielo el Jues Supremo me jusgará. 
Voy a seguir sus pasos... Voy a buscarlos al más allá.”

El preso número nueve era un hombre muy cabal. 
Iba la noche del duelo muy contento hasia su hogar, 
pero al mirar a su amor en brasos de su rival, 
ardió en su pecho el rencor y no se pudo aguantar.

Dise así al confesor: “¡Los maté, si señor!... 
¡Y si vuelvo a naser, yo los vuelvo a matar! 
Padre, no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad. 
Yo sé que allá en el sielo el Jues Supremo me jusgará. 
Voy a seguir sus pasos... Voy a buscarlos al más allá.”


Analicemos los hechos: Van a ajusticiar a un individuo al que solo identifican con el número asignado en el corredor de la muerte. Previamente van a confesarlo. El asesino tiene la conciencia muy tranquila y considera que no tiene nada que confesar ni de qué arrepentirse. La misma canción califica como “hombre muy cabal” al homicida, y "desleal" al difunto. El caso es claro: La esposa de un tiparraco posesivo, celoso y violento compulsivo ("valores" éstos significados como positivos en el contexto de la canción) se lo monta con el amigo del energúmeno en cuestión. Éste los sorprende in fraganti y, sin dudarlo un momento, los masacra allí mismo en una “balasera” salvaje y en un alarde de tolerancia y sentido de la cohabitación pacífica y dialogante. Este acto no viene sino a justificar el escarceo de la mujer y sus preferencias por el amigo.
Pero la cosa no queda ahí. El asesinato en primer grado cometido no provoca el más mínimo arrepentimiento en el animalito. Una obsesión paranoide solo entendible en maníacos homicidas con psicopatías congénitas, lleva a nuestro machote “celosón” a declarar que si vuelve a nacer, él los vuelve a matar... ¡Si, Señor!  Del mismo modo manifiesta el acusado no tenerle ningún miedo a la eternidad. Da por hecho que va a ir al cielo y confía ciegamente en que el juez supremo se va a hacer cargo de la salvajada, permitiéndole así seguir los pasos a los defenestrados amantes hasta el más allá. La canción no especifica con qué oscuras intenciones (imaginamos que estará matándolos una y otra vez hasta que la cosa deje de tener gracia o se le acaben las balas).

La verdadera cruz de muchas mujeres es que, confundidas en una primera instancia por sus propias segregaciones de hormonas, y posteriormente por un síndrome de Estocolmo provocado por el instinto de supervivencia, no saben diferenciar a un ser humano de un orangután, y van y se casan con él, en una demostración de temeridad rayana en los deportes de (mucho) riesgo.

Si canciones como ésta, auténticas proclamas a favor del linchamiento y que justifican el homicidio si es pasional, son consideradas parte del acervo cultural de un pueblo, no sé qué coño hacen en la tele quejándose todo el puto telediario de malos tratos a las mujeres.

Sí señor, el preso número nueve era un hombre muy cabal. La putada es que siempre llevaba una pistola encima.

En Guadalajara, Castilla, agosto de 1998
© Rafael Martínez Sainero. Pirata 2012

3 comentarios:

  1. A ver, ya está rabioso de nuevo nuestro entrañable Oswaldo Troll Usmail Peláez. Mirad lo que nos dice, el tontopolla:
    ¡Ey, guey! Me enojó muchísimamente su insiunuasion sobre los selos del macho latino. Fueron los pendejos mamagüevos de los españoles kienes trajeron acá a América Latina los selos, al igual que llevaron la gripe, los toros y a Rosio Durcal… ¡Marico el padre de vuestros hijos… gallegos mamavergas! ¡Viva el preso número 9! ¡Viva Cristofer Lí!

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  2. Gracias, Toñi... Malegro que te guste... ¡Y si vuelvo a nacer... yo lo vuelvo a escribir! Besotes a todos.

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