Un día triste
Es curioso esto de las nuevas tecnologías. Antiguamente los dramas y las alegrías solían darse en vivo y en directo. De forma presencial. Ahora puedes estar en la cima del mundo, sintiéndote el hombre más feliz de la Humanidad, y en menos de dos líneas torpemente escritas con el dedo gordo, ver pasar de largo el amor, a toda hostia, alejándose por las líneas de las redes ADSL WIFFI o como coño se llamen y perder en un microsegundo una de las cosas más bonitas que te han pasado en tu puñetera vida, diluyéndose como un azucarillo en agua o, como decía mi replicante preferido, olvidadas como lágrimas en la lluvia.
Pero la vida y la muerte son así, no miran el reloj. Tres semanas de felicidad pueden valer a veces por toda una vida de tedio. Y a modo de triste consuelo siempre nos quedará la música.
© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2016
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