Esta es la imagen de un antiguo anuncio de prensa que convocaba un concurso de relatos breves. El lema de la campaña era: "Demuestra tu talento". Está genial porque muestra gráficamente el concepto de "Síntesis" necesario para ser un buen escritor de mini cuentos.
En una de la lecciones del "mítiquísimo" y "ultramegalegendarioso" curso de la Biblioteca de Guadalajara (Castilla) de la primavera del 2011, concretamente en la titulada "El Narrador.1", se nos proponía, como otro medio para afrontar la creación literaria, vivir el sueño de otro.
“Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir, despavorido. Las botas de sus perseguidores resonaban sobre las hojas secas...”
Inicio del cuento “Persecuta”,
incluido en el libro “Despistes y Franquezas” de Mario Benedetti.
incluido en el libro “Despistes y Franquezas” de Mario Benedetti.
En apenas dos líneas, Benedetti nos ha presentado el tema (Sueños), la situación (Huída), al protagonista y su ánimo (sufre pesadillas de persecución), nos ha marcado un ritmo (empezó... despavorido... resonaban) también sabemos algo de los antagonistas (eran varios, llevaban botas...) y del escenario (un bosque... quizá un jardín o un parque con las hojas sin recoger...) Concentración desde el principio, acción en pleno desarrollo... El narrador, a pesar de no ser el protagonista, nos mete en la historia y nos hace llegar los sonidos como si nuestros oídos fueran los del perseguido.
Ejercicio:
La propuesta es desarrollar el cuento a partir de los puntos suspensivos. Mantendremos un narrador que presenta las acciones como si estuviera dentro de ellas y sigue construyendo un escenario de sensaciones (por ejemplo: calor o humedad agobiante, un olor significativo o diferentes sonidos)...
Trata de buscar la identificación del lector con lo que podría estar sintiendo el protagonista.
Persecuta II
Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir despavorido. Las botas de sus perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas secas. Los cazadores siempre parecían estar tan solo a unos cuantos metros tras él, pero cuando giraba la cabeza, nunca veía a nadie. Un día, por fin fue consciente en su inconsciente de que estaba soñando, y decidió detener su carrera. El pánico se esfumó. Se quedó parado, esperando a sus perseguidores, pero ya no oía nada.
Silencio.
Una paz le inundó y se dio la vuelta para seguir caminando. Sus ojos se abrieron y al despertar tan solo tuvo tiempo de ver fugazmente el hacha que descendía sobre su cuello.
© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2011 & Mario Benedetti
Otro recurso para provocar a la imaginación y despertar a las musas es la Recreación, de la que ya hablamos en su día en el magistral "post" "Propiedades del Colibrí" http://elpiratafanzine.blogspot.com.es/2012/06/propiedades-del-colibri.html
Los escritores de Mini Ficción justifican de muy diversas formas su derecho a retomar obras o personajes literarios. Hablan, por ejemplo, del ahorro que supone trabajar con material de prestigio o de la necesidad de reinterpretar las referencias culturales. Hay interesantes polémicas sobre si RECREAR es una tarea a la altura de la ficción literaria.
Antes de incorporamos a este ecológico debate, tratemos de usar alguno de estos préstamos de grandes autores para construir una historia propia.
Historia de Don Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha vivió un ingenioso hidalgo y caballero que estuvo a punto de derrotar a la realidad.
© José Mª Merino “La Glorieta de los Fugitivos”
El “slogan” de una campaña publicitaria que en su día lanzó la Junta de Castilla-La Mancha para promocionar el turismo, dice: “Se buscan Dulcineas”
La propuesta al grupo de alumnos del mítico taller fue rescatar a Dulcinea, haciéndola protagonista y/o narradora de un micro relato. Y como ejemplo, el relato sobre el tema de un maestro: Marco Denevi.
Dulcinea del Toboso
Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lorenzo Corchuelo y de Francisca Nogales. Como hubiese leído novelas de caballería, porque era muy alfabeta, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen y le besaran la mano, se creía joven y hermosa pero tenía treinta años y pozos de viruelas en la cara. Se inventó un galán a quien dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de lances y aventuras, al modo de Amadís de Gaula y de Tirante el Blanco, para hacer méritos antes de casarse con ella. Se pasaba todo el día asomada a la ventana aguardando el regreso de su enamorado. Un hidalgo de los alrededores, un tal Alonso Quijano, que a pesar de las viruelas estaba prendado de Aldonza, ideó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en su rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario don Quijote. Cuando, confiando en su ardid, fue al Toboso y se presentó delante de Dulcinea, Aldonza Lorenzo había muerto.
© Marco Denevi
Se Buscan Dulcineas
Una horda de carismáticos prebostes y bienamados líderes, bien escoltados por sus respectivas catervas de cuentavenas, lameculos, leguleyos, periodistas, juglares, bufones y demás fauna tiralevita, buscaban por toda La Mancha a Dulcinea para hacerse una foto con ella en el “Día del Libro”. La buscaron por todos los señoríos, aldeas y pueblos, menos en El Toboso, donde sabían que solo había una estatua. No lograban dar con ella y, sin embargo, Dulcinea, la de sin par y peregrina belleza, la dama de los pensamientos del valeroso Caballero de la Triste Figura, siempre había estado en el mismo sitio: en la imaginación de Don Quijote. Pero por si acaso, se buscó otro escondite, no fuera a ser que a esa gentuza le diera por leer y la encontraran.
© Martínez Sainero, Pirata 2011
Vivas o Muertas
(Persecuta Opus II)
Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir, despavorida. Las botas de sus perseguidores resonaban sobre las hojas secas y sentía el ladrido de los sabuesos cada vez más cercano. En su huida sorteaba intrincados laberintos formados por árboles, en cuyos troncos alguien había clavado carteles con una frase impresa: “Se Buscan Dulcineas”
© Rafael Martínez Sainero & Mario Benedetti
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