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domingo, 28 de septiembre de 2014

338.- Ejercicio de creatividad literaria: EL ELEFANTE EN LA TELA DE LA ARAÑA


En un Blog/Taller sobre creatividad literaria, veo un ejercicio que en principio parece interesante. Es el siguiente:

1) Escribir una palabra cualquiera (sin pensarla mucho)
2) Utilizad cada letra de la palabra escrita como inicial de nuevas palabras (escribidlas sin pensarlas mucho)
3) Con cada palabra escrita haced una frase (No las penséis mucho)
4) Con todas las frases que han salido, intentad construir un relato, buscando relaciones, nexos, etc… (Esta vez sí que tenéis que pensar)
¡Y tanto! Sigo todos los pasos, y debe ser que estoy espeso o que no he pensado mucho, el caso es que esto no hay por dónde cogerlo. Veamos:



1) Escribo (sin pensar demasiado) una palabra:

E X T R A V A G A N T E

Y con cada una de las letras de la palabra, escribo (sin pensar demasiado) las siguientes palabras:

ERITREA
XÁTIVA
TORERO
RANCIO
ANCHOA
VAGO
ALICANTE
GALIMATÍAS
ANCLA
NAVEGANTE
TELÓN
ELEFANTE

Ahora construyo una frase con cada palabra:

1) En ERITREA el que no caga se mea.

2) XÁTIVA, encantadora ciudad levantina, fue la cuna de los Borgia.

3) Salió más que airoso de la cita, como un TORERO a hombros.

4) El RANCIO abolengo le chorreaba por las comisuras del ADN. Parecía imposible que alguien tan chusco pudiera soportar sobre sus hombros tal cantidad de decadencia.

5) Una ANCHOA, un arenque y un boquerón quedaron en la puerta del mercado.

6) Era VAGO por naturaleza, pensaba que Dios había estado desacertado al poner el agujero del culo tan atrás, y que la postura del brazo al limpiarlo era de disloque o esguince.

7) El turrón de ALICANTE es uno de los mayores aliados de los dentistas.

8) Las relaciones con las tías siempre fueron para el galo Matías un GALIMATÍAS.

9) ¡Echad el ANCLA, berberechos de agua dulce, si no queréis que os cuelgue de los pulgares a las jarcias de los arbotantes!

10) Mariano, el NAVEGANTE tuerto y enfermo de parkinson, se metió el sextante por el ojo sano. ¡Maldito Huracán!

11) Bajó el TELÓN, y a pesar de ser gordo, gordo, vibraba con la ovación.

12) Un ELEFANTE se balanceaba en la tela de una araña.

Bien, pues ahora, siguiendo la instrucción nº 4, intento buscar relaciones, nexos de unión entre la frases para que la chispa de la creatividad surja. Y tras dos horas sudando profusamente y mirando a la pantalla entre boqueos de besugo fuera del agua, decido hacerme un bocadillo de panceta y encender la tele. Cuando termine, pondré un comentario en el puto blog de creatividad literaria para decirle a esa cursi lo que opino de su ejercicio.

Vuelvo al ordenata. A mí no me vence un puñetero ejercicio de creatividad literaria mal concebido y peor ejecutado.



El Elefante en la tela de la araña
Capítulo I

    El temporal hacía estragos sobre Xátiva, la encantadora ciudad levantina que en su día fue cuna de los malvados Borgia. Mariano, el Navegante tuerto y enfermo de Parkinson, se metió el sextante por el ojo sano. 
- ¡Maldito Huracán! - gritó entre la lluvia mientras se dirigía a su tripulación - ¡Echad el ancla, berberechos de agua dulce, si no queréis que os cuelgue de los pulgares a las jarcias de los arbotantes!
    Se mantenía en pie sobre el puente de mando, orgulloso. Él era el capitán. Seguía dando órdenes al contramaestre y a los tripulantes a pesar de que los muy sinvergüenzas se amotinaron a la altura de Estambul y les perdió la pista a todos en un sórdido burdel del Cuerno de Oro. Incluso en la desgracia, Mariano sonreía con un único diente anclado a sus encías. La escasa higiene dental y el turrón de Alicante, ese odioso aliado de los malditos dentistas, habían socavado la antaño bonita sonrisa del viejo marino. 

    Mariano Borja De las Lomas Mendiguti, capitán de navío, era un De las Lomas Mendiguti de toda la vida. En contra de lo que su desaliñado aspecto sugería, el rancio abolengo le chorreaba al lobo de mar por las comisuras del ADN. Parecía imposible que alguien tan chusco pudiera soportar sobre sus hombros tal cantidad de decadencia. Sus antepasados habían ayudado al duque de Medina Sidonia a hundir parte de la armada invencible y su tatarabuelo fue partícipe directo del desastre de Trafalgar. Acabó en un presidio en Eritrea, donde el que no caga, se mea.



    Mucho apellido ilustre, mucho árbol genealógico, pero allí nadie echaba el ancla. Antes de que el barco embarrancara contra los acantilados de Xátiva, él mismo arrojó el áncora por la borda. Le costó un huevo, ya que además de tuerto era vago por naturaleza. Pensaba que Dios había estado desacertado al poner el agujero del culo tan atrás, y que la postura del brazo al limpiarlo era de disloque o esguince. ¡Cosas de pijos!

    Con la embarcación más o menos asegurada se tumbó en el camastro de su camarote. Tuvo pesadillas en las que una anchoa, un arenque y un boquerón quedaban en la puerta de un mercado de abastos. También soñó con su antiguo contramaestre, Matías el gabacho, el de la polla de palo, quien tiempo atrás dejó la mar para casarse con un polinesio travestido. Las relaciones con las tías siempre fueron para el galo Matías un galimatías. Y ahí le tenéis, feliz en Honolulu, saliendo airoso del envite, como un torero a hombros.

    Bajó el telón de los sueños, que a pesar de ser gordo, gordo, vibraba con la ovación mental que el propio Mariano le dedicaba. Despertó entre toses y arcadas. Había sobrevivido a la tempestad. 




El escritor, es decir, yo mesmo, también había sobrevivido al ejercicio de creatividad. Pero después de leer el resultado del mismo, y descubrir que Xátiva no está en la costa, y que aunque lo estuviera, no tendría acantilados, me sobrevino un ataque de toses y arcadas. Vomité el bocadillo de panceta y me dirigí al ordenador dispuesto a escribir un comentario bien crítico a la inventora de este anárquico despropósito.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2014

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