martes, 10 de mayo de 2016

432.- UN RELATO ERÓTICO FESTIVO PRIMAVERAL

Tenía una deuda pendiente. Le debía a una amiga desde hace mucho tiempo un relato erótico dedicado. Pues ¡Hale hop! Lo prometido es deuda...



Una Noche en Praga con Sissy 

(de la exitosa serie “Otra noche sin pragas”)


Podía invitar a Sissy a cenar, o a comer, o a almorzar, o a merendar. Daba igual, nunca comía nada. Solo bebía… y mucho… y casi nunca agua.

Mientras hablábamos, desenrolló el alambre del tapón de la botella de champán y lo había vuelto a armar varias veces. Luego lo transformó en un muelle, luego lo estiró hasta convertirlo en un rectísimo florete de esgrima con guardas y gavilanes.

Mientras la conversación transcurría por los apacibles senderos de “¡Qué rico que está esto! ¿Verdad?” (Diálogo absurdo, por otra parte, ya que solo comía yo… ¡Más me hubiera valido invitar a un menesteroso!) su maestría dactilar transformó el alambre en un perrito; pero cuando los pies del diálogo se metieron hasta las trancas en el farragoso charco de “¡Buah, qué guapa que estás esta noche, tía… Haces que me sienta abrasadoramente genésico!” sus manos empezaron a moverse a una velocidad imposible de seguir por el ojo humano y transformó el alambre como por intervención divina en un Ferrari F-1 turbo inyección del 76.



Uno ignoraba si la inquietud de la muchacha se debía a que le turbaba la idea de estar frente a un individuo que le acababa de manifestar su admiración y de resultas dello sentíase abrasadoramente genésico. Yo desconocía, asimismo, si ella se sentía igual de ardorosa, o, por el contrario, le urgía salir por pies del restaurante huyendo de semejante sátiro. Su habilidad con las manos y dedos  hizo que mi mente se zambullera en un piélago de fantasías, si no eróticas, sí pornográficas.

Esta mujer tiene que ser mía, pensé.
Yo tengo que ser suyo, seguí pensando.
¡Santo Cristo! – dije ya en voz alta - ¿No es eso la Torre Eiffel?
Si, y he puesto a algunos visitantes subiendo.
¿Nerviosa?
¿Nerviosa yo? ¿De qué?
De los nervios.

Fuera como fuera la cosa, los nervios no impidieron a la mollar Sissy acompañarme a Praga, concretamente al Hotel Praga, donde pretendíamos desfogar nuestros instintos más lúbricos por la vía rápida, follando lentamente hasta derretirnos.



El ascensor estaba lleno de botones, uno humano con gorrito ridículo y otros muchos con números impresos. La presencia del humanoide me impedía comenzar los prolegómenos “ad líbidum” con Sissy. Hubiera estado muy bien marcarse un previo antes de entrar en la “suite”. Tal vez una somera masturbación, su espalda pegada contra el espejo, con las bragas a la altura de los muslos y la faldita bajada hasta los tobillos. Hubiera sido un bonito detalle con el encargado de vigilar las imágenes de las cámaras de seguridad, un excitante modo de vencer el tedio de observar toda la noche una cabina llena de botones.

Tras utilizar el baño como si fuera gratis: a tope de agua caliente y con todos los productos de limpieza en su interior (geles, champús, sales minerales, dentífrico…. Hasta la esponjita para limpiar zapatos…) procedo a arrancar el somier de la cama y ponerlo en el suelo apoyado contra la pared, a modo de reja de penal. El colchón también al piso... ¡Hala!... Me desgarré la camiseta  con la calavera impresa que llevaba bajo la camisa para obtener jirones de tela con los que poder atar a la reja las muñecas de mi querida Sissy.

Usé los restos de camiseta restantes para improvisar una venda y taparle los ojos, para que no supiera en ningún momento lo que iba a suceder. Siempre es una sensación agradable sentir que alguien se entrega a ti hasta el punto de quedarse indefenso y a tu merced.


Y ahora, a causa de la política de blogger, el resto del relato, dado su contenido porno erótico lo colgaré en “El Pirata Bizarro”. Quien quiera ver el final que pinche akoi.


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