miércoles, 21 de noviembre de 2012

125.- Sin Comentarios



Con el paso del tiempo ha disminuido considerablemente mi necesidad de reconocimiento ajeno. Aunque siempre es agradable recibir críticas o comentarios favorables, cada vez aprecio más la libertad creativa. Si gusta lo que hago, encantado de la vida, y si no gusta, pues también… ¡Aquí paz, y después, gloria! La necesidad estadística de contabilizar los “Me gusta” o los “No me gusta” es enfermiza… ¿Cuánta gente ve lo que hago? ¿Les gustará? ¿No les gustará? ¿Me lo dirán? De hecho, cuando publico algo soy consciente de que a muchas personas les molestarán mis opiniones, o les ofenderán las imágenes expuestas, pero de eso se trata la libertad de expresión, de provocar, de confrontar, de hacer lo que a uno le apetezca, dentro de un orden. Es imposible contar con la empatía de todo el mundo… y de hecho, no la pretendo, al menos no la de radicales, dogmáticos o lacayos lameculos. Solo pretendo escribir y dibujar en libertad. 
Por esa razón, el hecho de no recibir comentarios (apenas los de un puñado selecto de amigos, amigas y familiares incondicionales) para mí no es un ningún problema. 

Sin embargo, no todo el mundo se toma bien la ausencia de comentarios en sus "posts". Por lo que he podido observar en la web, muchos los exigen y algunos hasta toman rehenes y amenazan con acabar con ellos si los lectores no les comentan; otros te auguran desgracias sin cuento, y el jodido chimpancé te suelta lo de "Déjame un comentario y nadie saldrá herido".




Hay chantajes de todo tipo, gatos suicidas, perritos malhumorados... Hasta Stewie te amenaza con chivarse a su mamá...


Estos originales reclamos recurren a dos de los tipos más duros de Hollywood para "persuadirte" de que comentes.


Los personajes de "Los Simpsons" también funcionan muy bien. Aquí vemos a un Bart muy didáctico, a los muchachos del bar de Moe todo rebotados, y hasta un Homer en plan "Viernes 13" un tanto extremo...


Otros, por el contrario, son más educados y lo piden por favor o agradeciendo de antemano.





"Tus comentarios alimentan mi blog", nos dice Nacho Gómez con este simpático monigote.
Echar mano de la compasión también es una opción, como se ve en el ejemplo del gato con botas.
Una chica nos pide amablemente el comentario.
Nosotros la pedimos también "porfa" que consulte en el diccionario el verbo "vallar"


Tan necesitada está la peña de comentarios que se ha llegado a convocar un día mundial.

Los reclamos eróticos también están a la orden del día

Pensando en todas esas personas que adoran los comentarios a sus trabajos, escribí en su día este mini cuento tan cuco:



Sin Comentarios

    El mono estaba en el centro de una enorme celda muy iluminada, toda recubierta de un grueso cristal espejado que permitía ver desde fuera pero que reflejaba su propia imagen desde dentro. Un día hizo una gracia. No recuerdo bien si fue un salto hacia atrás con pirueta invertida o que simplemente se frotó los genitales mientras se deslizaba por la cuerda que colgaba del centro de la extraña jaula. Le pareció oír unas risas tras el cristal y el mono repitió durante un tiempo sus monerías. Cada vez que despertaba se encontraba con un plátano y una bonita melodía sonaba desde algún altavoz oculto en la jaula. Con el tiempo, el mono dejó de escuchar las risas atenuadas que provocaban sus repetidas monadas. El plátano aparecía regularmente, pero la música cesó. El primate no podía saberlo, pero la cuidadora encargada de la música dejó el trabajo alegando que cada vez que se acercaba al recinto del mono le sobrevenía una extraña e inexplicable alergia. El mono dejó de hacer monerías y se dedicaba todo el día a mirarse a sí mismo en la pared de la celda, intentando percibir algún sonido del exterior que nunca llegaba. Sabía que tras el cristal había alguien, podía olerlos, pero un halo de silencio les envolvía. Se olvidó de los plátanos y de la estúpida costumbre de ingerirlos para sobrevivir, así que un día el mono apareció muerto, acurrucado junto al cristal espejado.
    Una niña se acercó un día al señor que limpiaba el cristal de la jaula vacía.
- ¿Cómo ha muerto el  mono? – preguntó.
A lo que el hombre contestó:
- Sin Comentarios.

© Rafael Martínez Sainero

2 comentarios:

  1. No tengo nada que comentar al respecto...

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  2. Y el Varilla, grande de España, va y me "dise" en el feisbuk:
    "Es que tus comentarios, cuando faltan, dejan mono en el comentado. Comenta, por Dios. Tú lo vales. Hazte comentarista de lo que sea. O una liposucción. O un chalet en Tahiti."
    Agradeciendo el comentario, he de comentar que liposucciones ya hago: succiono de tanto en tanto cosas lípidas como mortadela de aceituna y multitud de trozos de oreja porcina a la plancha. ¡Gracias, Juanillo! Tú sí que lo vales.

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