sábado, 5 de enero de 2013

139.- Microrrelatos: Los Arquetipos de Canetti

Regresamos con otra extraordinaria lección de escritura creativa, cortesía del mítico y legendario “Curso de Micro Relatos” de la “Biblio” de “Guada” de primavera de 2011. Esta vez le toca el turno a la lección: Personajes 2: “Los Arquetipos de Canetti


Además de otras acepciones para la palabra “Arquetipo”, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española contempla la siguiente definición: 

Imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico que forman parte del inconsciente colectivo”. 

Ese es el punto de partida básico para crear algunos de los personajes de ficción que pulularán por nuestros relatos. El estereotipo siempre es una base, como la masa de la pizza, a la que luego se le puede completar con todo tipo de ingredientes o matices, que darán como resultado un personaje más definido.




El perdedor


Logra que todo se le pierda. Empieza con pequeñeces. Tiene mucho que perder. ¡Hay tantos sitios donde se puede perder bien! ¡Los bolsillos especiales que se manda hacer!... Y los niños que corren tras él en la calle: ¡“Mister”, por aquí, “Mister” por allá! Él sonríe contento y nunca se agacha. Por nada del mundo volvería a encontrar algo. Tampoco serán muchos los que puedan correr tras él para lograr que se agache. Lo perdido, perdido está; además, nadie le obligó a llevárselo. Pero, ¿Cómo es que le queda tanto? ¿No se le acaban las cosas? ¿Son acaso inagotables? Lo son, pero ninguno lo entiende. Es como si tuviera una casa enorme llena de objetos pequeños y le fuera imposible deshacerse de todos. Tal vez, mientras él sale a perder, lleguen hasta su puerta trasera coches repletos de cosas y descargaran. Tal vez no sepa lo que ocurre en su ausencia. No le preocupa ni le interesa; si no hubiera más que perder, se haría realmente cruces. Pero nunca ha estado en esa situación, es un hombre de pérdidas continuas, feliz.
    Feliz, porque siempre se da cuenta. Podría pensarse que no advierte nada, podría pensarse que anda como en sueños, sin saber que camina y va perdiendo, que todo ocurre espontánea e ininterrumpidamente, siempre; pero no, él no es así, también ha de sentirlo, sentir cualquier nimiedad, de lo contrario no disfruta, ha de saber que tiene pérdidas, debe saberlo siempre.



Relato extraído del libro “El testigo escuchón” de Elías Canetti




Elías Canetti es autor de pocos libros. Sólo ha publicado una novela, "Auto de fe", y tres obras de teatro. El resto de su producción literaria se lo reparten su autobiografía, los tres tomos de su "Historia de una vida", y los "Aforismos", ejercicios de condensación del pensamiento en los que Canetti es todo un maestro.
"El Testigo Escuchón" es una original aportación del autor al relato breve. El libro se compone de 50 breves descripciones de otros tantos personajes que encarnan arquetipos humanos y morales. A través de estas páginas, escritas con un estilo elaborado, conciso, a menudo surrealista, realiza una disección del alma humana, atendiendo más bien a los personajes que encarnan defectos marcados, como el "Perdedor", el "Lamenombres", el "Rondacadáveres", la "Culpable", la "Depurasílabas", el "Testigo Escuchón", la "Granítica", etc. Cada una de estas descripciones ocupa una sola página, y entra directamente en materia:

"Para hablar, el "Pseudorretórico" busca oyentes que no sepan de qué habla. Conoce las miradas perplejas y el parpadeo de desamparo cuando se dirige a alguien, y sólo se lanza a perorar si el desamparo le parece suficiente". 

Mediante la exageración de vicios, Canetti realiza también una labor estilística de crítica social.

Adolfo Torrecilla




Los arquetipos nos ahorran trabajo a la hora de describir personajes y al a vez abren en canal el imaginario del lector. Si uno empieza, por ejemplo, una historia así: “Por la tarde, la mujer fatal y el hombre irresistible se encuentran en un café de paredes color ocre”* ha dicho muchas cosas con apenas una línea 


(*Quim Monzó86 cuentos”)

Ejercicio:
Escribe un micro Relato en que el personaje o los personajes sean clichés de personalidad o arquetipos. ¿Qué arquetipo eliges? ¿Qué le pasa? ¿Por qué es así?

El "Bibliófago", El "Desperfectos", La "Cansada", El "Nuncadebe", El "Resignado", El "Malaventuras", La "Culpable", El "Caldealágrimas", El "Cazaperfidias", El "Moroso", La "Tentada", La "Rechazada", La "Inventada", El "Ciego", El "Delator", La "Encandiladora"...

Canetti los propone muy buenos, pero en España tenemos, desde siempre, nuestros clásicos: El "Soplagaitas", El "Zampabollos", El "Soplapollas", La "Calientabraguetas", El "Lameculos", El "Cantamañanas", El "Tocagüevos"...





Pusímonos al tajo los esforzados alumnos, y como siempre, a E.M.M. se le ocurrió una obra maestra en apenas 3 minutos:


ELHOMBREQUENUNCASONREÍA y LAMUJERCONELCORAZÓNROTO 
coincidieron en la barra del bar, y, tras un par de copas se atrevieron a presentarse formalmente; pero ya no tenían nombre.

© E.M.M.





El mismísimo monitor del cursillo, el mítico Josean Pérez Rojo, le pilló el gustito y se curró 3, "ná" menos:



El escritor de Microrrelatos Opus I

    El escritor de microrrelatos y la escritora de microrrelatos se conocieron una tarde. En pocas palabras se lo contaron todo.

© José Antonio Pérez Rojo



El escritor de Microrrelatos Opus II

    El escritor de microrrelatos es un artista anónimo. Escribe todos los días con una pasión desbordante, poniendo en ello toda su energía. Hasta ha conseguido que se los publiquen. No obstante, nadie le reconoce por la calle, pero todos le miran porque cada vez es más pequeño.

© José Antonio Pérez Rojo



El libro que nunca había sido prestado

    El libro que nunca había sido prestado soñaba con que alguien lo hojeara. Un día salió de la estantería y lo colocaron en una mesa en la que ponía, incitando a los potenciales lectores: “Libros que no se han prestado nunca, nunca, nunca”. Un lector se lo llevó a casa por pena, lo leyó y hasta le gustó, pero el libro está deprimido desde entonces.

© José Antonio Pérez Rojo




Y, como no, el humilde relato de un servidor:



Sospechoso

    El circunspecto y envarado mayordomo se dirigió al desarrapado agente de homicidios, quien jugueteaba con un dedo humano sacado de una papelera del ensangrentado escenario del crimen.
- Buenas tardes, inspector. Si me invita a un trago le cuento algo gracioso.

© Rafael Martínez Sainero
Guadalajara, Castilla, Mayo de 2011


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