martes, 16 de julio de 2013

192.- PEQUEÑOS MONSTRUOS: Capítulo 6 "El Examen de Música"

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2013


    A la mañana siguiente, Bea fue a buscar a Marta a su casa para ir juntas a clase. Belinda les preparó unos deliciosos emparedados de "manteca de cacahués con malvaviscos" y se despidió de ellas en el porche, agitando un pañuelo. Las dos muchachas atravesaron el jardín con alegres zancadas y se cruzaron con Sergei, el jardinero "mazas" de la madre de Marta, doña Corinne Petipuá. El fornido hombretón, de unos treinta y cinco años de edad, regaba con sumo mimo las hortensias, manguera en mano.
- ¡Hasta luego, Sergei! - saludaron las chicas al pasar.
- ¡Da! ¡Da! ¡Da! - contestó el hirsuto inmigrante. 
    Cuando estaban lo suficientemente lejos de la casa, las chicas, entre risas cómplices, arrojaron los malvaviscos emparedados a una papelera y entraron luego en una panadería a comprarse unos Donuts de chocolate.
- Oye, Marta... - Bea le atizó un buen bocado al agujereado pastelillo  y siguió hablando - Ese cachas de jardinero, el tal Sergei ¿De dónde es?
- Es ruso, y además de jardinero es ingeniero aeroespacial, electricista, carpintero, albañil, chico de las chapuzas... Según mamá es su... - Marta imitó con los dedos las "comillas" gramaticales - ..."chico para todo."
    Bea se limitó a asentir con la cabeza. Sus mofletes hinchados llenos de donut le impedían soltar prenda, pero siguió prestando atención lo que su amiga le contaba acerca del macizo caucásico. 
- Lleva en casa prácticamente un año y nunca le he escuchado hablar en "cristiano" - continuaba explicando Marta - cuando le oímos hablar en su idioma, o sea, cuando llama por teléfono a sus familiares en Vladivostok, parece que está leyendo de corrido una sopa de letras.
    Bea terminó de deglutir y comentó con una sabiduría impropia para su edad:  
- ¡Cosa rara el ruso, tú!
- Al margen de las llamadas a su país - prosiguió Marta - el tío solo abre su enorme bocaza para decir "Da", o sea: "Sí" en ruso, y para arrearle lingotazos a una inseparable petaca que guarda en el bolsillo de su raído mono azul. Suele decir, muy serio: "Da, da. Jarabe. Prioblemas brionkios, da, jarabe bueno, da"... Pero para mí que el jarabe es anís "del Mono"...
- ¡Pues sí que le da, el dadaísta*!...
- Ya te digo; le dá pero bien... Ja, ja, ja...

*Nota del Autor:
Dadaísmo: Movimiento literario y artístico iconoclasta surgido en círculos intelectuales europeos y neoyoquinos hacia 1915 caracterizado por su deliberado antiesteticismo. 
Dadaísta: Artista adepto al dadaísmo. Jardinero adepto al Jarabe.

- ¡Ja, ja, ja!... Chica, tu casa es que parece la ONU - comentó Bea, entre risas - Belinda es de Colombia, el tal Sergei, ruso, y tu madre... francesa ¿No?
- Pues no... De Mondoñedo.
- ¡Vaya! Y entonces... ¿A qué viene lo de Corinne Petipuá?
- Bueno, es una historia muy larga... Ya te lo contaré un día que tenga tiempo.
    Marta no tenía especial interés en hablar de su madre; Marta, en realidad, se moría de ganas por contar a su amiga su aventura del día anterior con Tom y con Mike, pero había dado su palabra de guardar el secreto. Dentro de su mochila, resguardado por cinco o seis capas de papel aluminio (por si acaso) llevaba una rara muestra de mineral luminoso. Esa misma tarde habían quedado los tres en casa de Tom para decidir qué hacían al respecto.
    Bea seguía intrigada con lo del nombre de la mamá de su compañera:
- ¡Qué cosas! Yo que creía que tu madre era francesa, y ahora va a resultar que se llama Coriniña Petipueira o algo peor! Esto si que es perder el "glamour" de golpe. Por cierto, hablando del ruín de Roma... ¿Dónde están tus padres? ¡Hace semanas que no les veo!
- Yo tampoco...  - Marta se encogió de hombros - A mis padres solo les veo en foto... ¡Con decirte que la autorización para la excursión me la firmó Belinda!... - la chica no pudo ocultar en sus palabras un ligero tono de reproche, un sutil matiz de tristeza - Antes les veía un poco más, porque cuando salía del cole solo tenía clases particulares de inglés y de informática; pero cuando mis padres se dieron cuenta de que me quedaban dos horas libres de las doce que tiene el día, me apuntaron también a Judo y me matricularon en una academia de japonés. También hago natación y doy tres horas de piano a la semana.
    Con solo oír la relación de actividades que Rubiales llevaba a cabo a lo largo de la semana, Bea quedó agotada. La verdad, no la envidiaba; y eso que los padres de Marta estaban forrados. Según le había contado ella misma, Marta era hija única; su padre estaba empeñado en llevarla a una escuela particular trilingüe en Eton, Inglaterra, pero la niña siempre se negaba y prefería quedarse en el cole de ahora, cosa ésta que subía los niveles de azúcar al progenitor de la criatura.
    Doña Corinne Petipuá, la mamá de Marta, era una empresaria de éxito. Dirigía una revista para la mujer de hoy en día: "Diurética & Estética", de esas que están llenas de anuncios de cosmética y sobrecitos con muestras de perfumes. Entre página y página de publicidad a veces se podían encontrar otras con diferentes contenidos: Moda, Consejos de Belleza, Dietas espartanas al lado de Recetas Minimalistas expuestas en platos enooormes; algún que otro artículo de fondo demostrando científicamente que el género masculino es un error de la naturaleza, y tests del tipo "¿Crees que el zoquete de tu novio te comprende?", y cosas por el estilo.

- Es paradójico - soltó Marta de improviso.
- ¿Para quién? - Bea no tenía el placer... ni el léxico suficiente. - Es paradójico que mi madre sea "doña millonetis" y sin embargo pase más hambre que un refugiado somalí... Todo el día a régimen, esclava de la maldita linea. Solo come ensaladas y unas barritas asquerosas a base de engrudo y avena.
- Por lo menos estará "ideal de la muerte".
- Lo que está es muy delgada, no sé de dónde saca energías para tanto ajetreo... Siempre está de viaje, viendo las pasarelas de Londres, París o Milán. Y cuando está aquí, sale de la redacción y se va al Aerobic, o al "Paddel" ese. Si no tiene hora en la "pelu", seguro que está en su clase de "Yoga tantricomántrico" o en la de "Estiramiento y liposucción del aura negativa", o en el cirujano plástico, o con Sergei en algún congreso internacional de "Arbustología".
    Bea pensó que la agenda de la madre era aun más agotadora, si cabe, que la de hija.
- Oye, y entonces... ¿A tus padres no les queda ninguna hora libre para tí?
- Si les queda algo de tiempo libre, lo utilizan para ir de tiendas. Mi padre se compra palos de golf que luego nunca utiliza y madre se compra algún trapo.
- De cocina...
- No, de marca.
- Detecto, oculto en tus palabras, un ligero tono de reproche, un sutil matiz de tristeza...
    ¿De dónde había sacado Bea esa frase tan rebuscada? ¿A santo de qué tantas preguntas sobre los padres?
- Y tu padre... - Bea se estaba poniendo pesadita - ¿De qué trabaja?
- Detecto, guapita de cara, oculto en tus palabras, un ligero tono como de meterte donde no te importa, un sutil matiz de cotilleo marujil...
- ¡Jo, maja, es que cómo no me quieres contar nada de lo de ayer... ¡Ya sabes!... Lo de los gays y eso... Pues "como que" me informo de otros temas de interés.
    Con tal de que la plasta de Bea no insistiera en lo de los "gays", Marta prefirió distraerla con más carnaza familiar:
- Mi padre es registrador de la propiedad - dijo, resignada.
- ¿Tu padre registra propiedades? ¿Sin orden judicial?... ¡Eso es allanamiento de morada!
- ¡Qué graciosa!... Me parece a mí que tú has visto demasiadas "pelis", tía... Mi padre trabaja en el Registro de la Propiedad, certifica con su firma los títulos de propiedad de inmuebles y terrenos.
- O sea, que le pagan por firmar autógrafos.
- ¡Y no veas cómo!  David Beckam y Madonna regalan muchos de sus autógrafos, pero para conseguir el de mi padre tienes que pedir un crédito al banco.
-  ¡Qué chollo!
- Su esfuerzo le costó, oye. Por lo que me cuenta, creo que estuvo cinco años encerrado estudiando cuarenta y ocho horas diarias para sacar las oposiciones.
- Desde luego, supongo que hay que empollar mucho para llegar a firmar bien... Y, estooo... ¿Qué te iba a decir yo?...¿Y les viste besarse?
- ¿A mis padres?
- No, tonta ... ¡A Moratalla y Valenzuela!
- ¡Pero qué pesada que eres! ¡Ya te he dicho que no...
- Volviendo a hablar de ruínes en Roma...  - interrumpió Bea señalando al frente - ...por la puerta asoman.
    Tom y Mike se acercaron a las muchachas con una amplia sonrisa. Se dedicaron entre ellos unos guiños de ojos, a modo de complicidad y como recordatorio de que había que guardar el secreto de las piedras.
- ¡No, si lo que yo te digo... - murmuró Bea, quien había malinterpretado los guiños y daba codazos disimulados a Marta - ...eso si amor a primera vista!
- ¡Hola, chicas ¿Qué tal? - saludó Mike - ¿Dispuestas para la clase de música de primera hora?
- Nunca se está dispuesto a cierto tipo de cosas - contestó desabridamente Bea.
    Tom se dirigió a Marta:
- Marta, recuerda que hemos quedado en mi casa a las siete para lo de ciencias. 
- Allí estaré - Marta le dedicó una bonita sonrisa, por lo que Tom estaba encantado de la vida.
    Bea, alarmada, agarró del brazo a su compañera y adelantándose a los chicos, subieron corriendo las escaleras de la puerta principal del colegio. Le habló al oído con sorna no exenta de celos:
- ¿Vas a quedar con esos dos? ¡Estás loca! Lo mismo tu presencia les incomoda... Querrán estar solos ¿No?
- ¡Bueno, vale ya de bromitas tontas! - Rubiales se puso seria y se soltó de la "presa" de su amiga - que sepas que son dos tíos muy majos y enrollados... ¡Y no son gays! Lo que pasa es que estás mosqueada porque no te he contado lo que vimos en la excursión.
- ¿Ah si? - Bea hacía muecas de burla en la mitad del pasillo y todo el mundo la miraba raro - ¿Y qué visteis tú y los "enrollados"?
    El timbre que anunciaba el principio de las clases empezó a sonar justo cuando Tom y Mike alcanzaron a las chicas. Por toda respuesta, Marta dio la espalda a su amiga y entró junto a los muchachos en el aula de música. Bea  se quedó un momento fuera, cambió el gesto de su rostro y su mirada se endureció, fría como un glaciar. Luego susurró para sí:
- ¡Ándate con ojo, Rubiales, tarde o temprano lo descubriré!
    ¿Se refería la sospechosa Bea a lo ocurrido en la Garganta del Diablo? ¿Tal vez pretendía desenmascarar una oscura trama homosexual en el colegio? ¿Era el misterio del nombre de doña Corinne Petipuá lo que carcomía el alma de la curiosa muchacha? ¡Vaya usted a saber!

Familia y Personal de Servicio Doméstico de Marta Rubiales

    Don Remigio Solfa, alias "Dorremí", más conocido entre sus alumnos como el "El notas", es el profesor de música del colegio "Nuestra Señora del Dolor Perpetuo"; un tipo muy raro, al que se le reconoce fácilmente entre todo el personal docente gracias a su alargada cara de cerilla; lleva unas gafillas redondas que nadie sabe como es capaz de sujetar en el extremo de su aguileña nariz sin que resbalen inexorablemente hacia el suelo. Tiene la "azotea" despejada, con más entradas que el estadio Santiago Bernabéu; sin embargo, en la parte de atrás de la cabeza, luce una profusa melena rizada de pelo cano que da la impresión de no haber sido peinada hace milenios. Fuertemente anudada a su venoso y acartonado cogote, suele lucir su inseparable y ridícula pajarita de cuadros. Siempre iba cargado el "Notas" con unas vetustas carpetas azules repletas de partituras arrugadas. Pedante y amanerado en grados difíciles de soportar, es el dicho "Doremi" más estirado que sueldo de obrero a fin de mes. Todo esto, sin embargo, no significaba óbice, cortapisa ni valladar para que el Señor Solfa, además, estuviera considerado como uno de los educadores con más mala uva del colegio. Precisamente hoy, sus alumnos de Segundo B se han encontrado con la desagradable noticia de un examen sorpresa.
    Miguelito "Mike" Moratalla Papote, al igual que el resto de sus compañeros de clase (exceptuando a "Gafoide", claro está) refunfuñaba por lo "bajinis" mientras leía los enunciados e intentaba contestar las preguntas del modo menos desastroso posible.

EXAMEN 2º ESO
NOMBRE: Miguel Moratalla Papote    
GRUPO: 2º  B

PREGUNTAS

1.- ¿Qué es una cámara anecoica?
- ¡Jó, qué dificil!... - pensaba - Anecoica... Cámara anecoica... ¡No sé!... ¿Aquella que permite fotografiar "anecos"?

2.- ¿A qué llamamos sonido?
- ¡Buf!... ¡Y yo qué sé!... Me tiraré un poco el rollo:
Y escribió:
"Llamamos sonido a la cosa que suena, nos suena de algo o es sonada por alguien y que luego se oye."

3.- Pitágoras fué un célebre filósofo, matemático y teórico musical griego. ¿A quién se dice que debió su educación musical?
- ¡Anda ya!... ¡Vaya preguntita!... ¡A Violonchellus Musikandros!... ¡No te digo! - pensó Mike, por pensar algo.

4.- Enumera las dos desgracias físicas más conocidas del célebre músico Beethoven.
- ¡Pero bueno! ¿Esto es un examen de Música o de cotilleos?... ¡Ah, la sé, la sé!... Una, que era más sordo que una tapia y... la otra... mmmmmm... estooo... ¿Le olía el aliento? ¿Las más conocidas? ¿Pero cuántas desgracias físicas padecía este hombre? - y para hacerse el gracioso, escribió seguidamente: "La segunda desgracia física conocida era que meaba a dos caños desde que se tragó un botón"... ¡Total me van a catear de todos modos!

5.- ¿A qué famoso compositor y autor de métodos de solfeo se debe la definición: "Música es el arte de bien combinar los sonidos con el tiempo"?
- ¡Venga ya!... Seguro que ésta es una pregunta trampa. Vamos a poner otra vez al profesor del "Pitagorín" Violonchellus Musikandros.

6.- Describe el proceso físico que se produce para que oigamos un sonido, desde que golpeamos un objeto hasta que escuchamos.

- Primero golpeamos el objeto, luego esperamos, y si no escuchamos el subsiguiente "¡Ay!", volvemos a golpear... Y así hasta que cante.

7.- Existe una cualidad del sonido que podemos asociar a la idea de "color" que nos permite distinguir unos instrumentos de otros o diferenciar unas personas de otras. ¿Cual es?
- ¡Vaya, hombre!... El célebre sonido coloreado distinguidor de instrumentos y personas!... ¡Pasemos a la siguiente!

8.- ¿Cual de estas dos vibraciones corresponde al sonido más grave?



- a. Fijo que la gorda

9.- Una de las composiciones más célebres del oratorio fue el "Mesías". ¿Sabes quién fue su compositor?
- ¡Menos mal, mi padre tiene éste CD... ¡El Jéndel!

10.- Dictado musical:


    Tras el dictado musical, en el que Mike había escrito: "La -La -Ra- La- Ri- Ta, Ba- rro -mi- ca -si ta" en lugar de: "Re menor, Allegro, La séptima, Re menor y Sol menor", el muchacho entregó el examen con la convicción de que solo había contestado correctamente a una pregunta y media: La del "Jéndel" y la de la sordera de Beethoven. Pero aun quedaba la esperanza de que hubiera sonado la flauta en la de la vibración grave. Un 3, como mucho.

Beethoven meaba a dos caños, desde que, de pequeño, se tragara un botón.


    Al final de la mañana, con tres clases teóricas de Lengua, Matemáticas e Inglés, y un examen de música a sus espaldas, Mike se sentía agotado en cuerpo y alma. Permaneció un rato sentado en su pupitre, mientras el resto de los alumnos se agolpaban en la puerta para salir de allí cuanto antes.
- ¡Qué rollo estudiar! - caviló mientras abandonaba el aula y se echaba la mochila a la espalda - ojala mi cerebro tuviera una base de datos gigantesca con las respuestas de todos los exámenes.
    Y de repente, sucedió. Nada más pensar la frase, Mike sufrió un súbito mareo y tuvo que apoyarse en la pared del pasillo. Él no podía verlo, pero a su espalda, la mochila desprendía un siniestro fulgor de color verde.
    El mareo pasó tan rápido como había venido, y de golpe, como por arte de magia, como si algo que siempre estuvo dormido en el interior de su mente se hubiera despertado de súbito, sabía que una cámara anecoica era un recinto en el que no se oye ningún sonido exterior. 
    Y también supo que el sonido es la sensación que produce en nuestro oído la vibración de un cuerpo... Y que los maestros de música de Pitágoras fueron unos sacerdotes egipcios calvos.
    La información seguía surgiendo a borbotones en su materia gris, imposible de controlar, y entre los millones de datos que procesaba casi sin querer, comprobó con alivio que Beethoven meaba por un solo caño y que, además, era miope. Conoció, asimismo, que Hilarión Eslava ideó un método de solfeo que fue utilizado durante más de un siglo. 
    ¿Quién iba a decirle a él, angelito, que un objeto al ser golpeado, vibra, y esa vibración, trasmitida a través de la partículas del aire, altera la presión de nuestra membrana auditiva, y nos hace oír
    Fue consciente de que el timbre no solo sirve para llamar a las puertas, sino que es lo que nos hace diferenciar unos instrumentos de otros cuando interpretan una misma frase musical, o también distinguir la voz de nuestros compañeros sin verlos.
- Jendel se escribe con dos puntitos encima de la "a" - susurró Mike - ¡¡Es Händel!! - gritó Mike - ¡¡Es Händel!! 
- No. Soy yo - dijo Tom, a su espalda - te he llamado dos veces pero estás como "alelao".
    Entusiasmado, el "alelao" agarró por los hombros a su rubio amigo y comenzó a sacudirlo con violencia.
- ¿Te das "cuén", tío.... te das "cuén"?
- ¿D... de... d e qué? - preguntó Tom, asustado, sintiéndose como una aceituna en una cocktelera y con todo el flequillo despeinado cubriéndole los ojos.
- ¡¡Violonchellus Musikandros nunca existió!! - exclamó el panocha con la boca a menos de diez centímetros de la cara de Tom, poniéndole perdido de miasmas.
- ¡Qué le vamos a hacer!... De veras que lo siento, tío.
    Mike soltó a Tom y salió corriendo por el pasillo dando saltos de alegría.
- Por cierto... - Le gritó Tom mientras se alejaba - ¿Qué tal te ha ido en el examen? 
- ¡Mal, tío - Mike se detuvo un instante para mirar a su amigo antes de salir por la puerta hacia la calle - rematadamente mal... Ja, ja, ja, ja, ja!!...
    Tom se quedó sin habla durante unos instantes, preguntándose a sí mismo si no se había equivocado al elegir alguna de sus amistades.
- Esto se veía venir - pensó - ¡Demasiados bocatas de mortadela de aceituna en los recreos!...
    Miró su reloj de pulsera, y al darse cuenta de la hora que era, salió corriendo hacia la pista de baloncesto. Ya llegaba tarde al entrenamiento.

    Nuestro estimado Tomás Valenzuela no habría salido del colegio tan ufano si se hubiera quedado unos segundos más. Hubiera podido ver, tal y como vemos ahora nosotros, como una familiar y ominosa sombra misteriosa se acercaba sinuosa a la puerta de Segundo B. También hubiera sido testigo de un extraño fenómeno: una mancha en la pared, de un intenso brillo fosforescente color esmeralda, iba desapareciendo poco a poco del sitio justo donde Mike se había apoyado cuando sufrió el desvanecimiento.

Continuará

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