domingo, 30 de junio de 2013

182.- El Malvado Doctor Köernnof

Bueno, dejémonos de mariconadas (je, je...) y publiquemos literatura de la buena. Tenía yo 19 añitos y trabajaba de mozo en un almacén de tiestos y botijos. Además de a escribir "Precaución Contiene Droga" en las cajas embaladas con besugueras del 8, en mis ratos libres me dedicaba a la Literatura "con mayúsculas", ya que las minúsculas se me daban fatal.


Doctor Köernnof

Pedazo relato escrito en el reverso de un cartel de fútbol hecho tiritas. 
Almacén de loza Salinero, Cava Baja, Madrid, 1979.

¡Oh, meu amigo Charly!...


    El malévolo doctor Köernnof quería apoderarse del mundo. ¡No sabéis la de veces que lo intentó! Pero nunca, nunca lo conseguía. Como no lograba sojuzgar el planeta, decidió destruirlo desde el espacio y escapar en una nave espacial que se construyó para la ocasión. El cabronazo este de doctor malévolo raptó a una pobre pero hermosa muchacha y le inyectó suero protónico en los senos... ¡Así, a mala leche!

- ¡Ñiaka, ñiaka, ñiaka! - se carcajeó de modo absurdo el maloso – si se oprimen tus turgentes senos, una megaexplosión nuclear destruirá la Tierra y yo me reiré a modo desde mi base lunar.

    La bella muchacha lloró amargamente cuando regresó a la ciudad. Le contó lo acaecido a su novio y éste, egoistón y maquinero, en vez de compadecerse, se quedó estupefacto al pensar que ya nunca podría tocar los pechos a su amada. Luego lo pensó un poco mejor y creyó a pies juntillas que su novia había pergeñado una vil e increíble excusa para que no le tocara las peras y salió corriendo tras ella con las manos formando cazo. La chica logró escapar del malvado novio toca-tetas y se refugió en las profundidades de la cordillera de los Himalayas, donde se sometió a una operación de cirugía estética para cambiar su aspecto... todo él, menos el de sus tetas, claro está. No sabéis lo que le costó encontrar por aquellos pagos una clínica con las mínimas condiciones higiénico-sanitarias.
    Pero no nos olvidemos del maligno doctor Köernnof, quien, egoistón y maquinero él, no quería irse solo a la base lunar, así que raptó a una pobre pero hermosa muchacha y le inyectó silicona en los senos... ¡Así, a mala leche! 
    En la primera noche de la forzada luna de miel en la luna, el lujurioso a la par que malvado doctor Köernnof oprimió levemente el aureolado pezón de su secuestrada.
    Se hace dura la vida sin noches de luna llena.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata
Cuento originariamente escrito en 1979. Remodelado en 2006



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