miércoles, 8 de enero de 2014

254.- CÓMO ACABAR DE UNA SANTA VEZ CON LOS PROPÓSITOS DE ENMIENDA Y BUENAS INTENCIONES PARA EL NUEVO AÑO



ABSTINENCIA A ROSCA

    El galeno me había prescrito un fármaco antidepresivo para ayudarme a dejar de fumar. Procedí a adquirirlo en la farmacia, y una vez en casa, abrí la cajita del medicamento. Por supuesto, Ley de Murphy habemus, por la parte del voluminoso prospecto. Indignado, y pasando de contraindicaciones (ya que todo el mundo sabe que si las lees, no te tomas las pastillas) tiré el papelajo a la basura e intenté abrir el bote. Los cinco primeros minutos que estuve dando vueltas al tapón de rosca no me afectaron demasiado; los otros cinco que estuve haciendo palanca con unas tijeras, un tanto más. Me fumé dos cigarros para intentar calmarme mientras maldecía en silencio al inventor de estos infernales mecanismos de "seguridad". ¿Por qué suponen que un niño es más torpe que un adulto a la hora de ingeniárselas para abrir una tapa a rosca? Arrojé el bote de plástico contra la pared repetidas veces… Nada, cerrado a cal y canto.

    Mi mujer apareció por la puerta en pleno ataque de histeria.
- Intenta calmarte, querido… estás hiperventilando… Deberías tomarte algo contra la ansiedad.

    Por fin he dejado de fumar. En el sanatorio mental penitenciario está prohibido. Eso sí, padezco una depresión crónica severa. Mi esposa no me visita. Le sentó fatal que intentara hacerle tragar el puñetero bote.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2014



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