viernes, 30 de noviembre de 2012

127.- Micro Relatos: Vivir el Sueño de Otro, Reciclar, Reutilizar, Recuperar


Esta es la imagen de un antiguo anuncio de prensa que convocaba un concurso de relatos breves. El lema de la campaña era: "Demuestra tu talento". Está genial porque muestra gráficamente el concepto de "Síntesis" necesario para ser un buen escritor de mini cuentos.

En una de la lecciones del "mítiquísimo" y "ultramegalegendarioso" curso de la Biblioteca de Guadalajara (Castilla) de la primavera del 2011, concretamente en la titulada "El Narrador.1", se nos proponía, como otro medio para afrontar la creación literaria, vivir el sueño de otro.




“Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir, despavorido. Las botas de sus perseguidores resonaban sobre las hojas secas...”

Inicio del cuento “Persecuta”, 
incluido en el libro “Despistes y Franquezas” de Mario Benedetti.





En apenas dos líneas, Benedetti nos ha presentado el tema (Sueños), la situación (Huída), al protagonista y su ánimo (sufre pesadillas de persecución), nos ha marcado un ritmo (empezó... despavorido... resonaban) también sabemos algo de los antagonistas (eran varios, llevaban botas...) y del escenario (un bosque... quizá un jardín o un parque con las hojas sin recoger...) Concentración desde el principio, acción en pleno desarrollo... El narrador, a pesar de no ser el protagonista, nos mete en la historia y nos hace llegar los sonidos como si nuestros oídos fueran los del perseguido.

Ejercicio:
La propuesta es desarrollar el cuento a partir de los puntos suspensivos. Mantendremos un narrador que presenta las acciones como si estuviera dentro de ellas y sigue construyendo un escenario de sensaciones (por ejemplo: calor o humedad agobiante, un olor significativo o diferentes sonidos)... 
Trata de buscar la identificación del lector con lo que podría estar sintiendo el protagonista.



Persecuta II

    Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir despavorido. Las botas de sus perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas secas. Los cazadores siempre parecían estar tan solo a unos cuantos metros tras él, pero cuando giraba la cabeza, nunca veía a nadie. Un día, por fin fue consciente en su inconsciente de que estaba soñando, y decidió detener su carrera. El pánico se esfumó. Se quedó parado, esperando a sus perseguidores, pero ya no oía nada.
    Silencio.
    Una paz le inundó y se dio la vuelta para seguir caminando. Sus ojos se abrieron y al despertar tan solo tuvo tiempo de ver fugazmente el hacha que descendía sobre su cuello.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2011 & Mario Benedetti






Otro recurso para provocar a la imaginación y despertar a las musas es la Recreación, de la que ya hablamos en su día en el magistral "post" "Propiedades del Colibrí" http://elpiratafanzine.blogspot.com.es/2012/06/propiedades-del-colibri.html

Los escritores de Mini Ficción justifican de muy diversas formas su derecho a retomar obras o personajes literarios. Hablan, por ejemplo, del ahorro que supone trabajar con material de prestigio o de la necesidad de reinterpretar las referencias culturales. Hay interesantes polémicas sobre si RECREAR es una tarea a la altura de la ficción literaria.
Antes de incorporamos a este ecológico debate, tratemos de usar alguno de estos préstamos de grandes autores para construir una historia propia.



Historia de Don Quijote de la Mancha

    En un lugar de la Mancha vivió un ingenioso hidalgo y caballero que estuvo a punto de derrotar a la realidad.

© José Mª MerinoLa Glorieta de los Fugitivos




El “slogan” de una campaña publicitaria que en su día lanzó la Junta de Castilla-La Mancha para promocionar el turismo, dice: “Se buscan Dulcineas
La propuesta al grupo de alumnos del mítico taller fue rescatar a Dulcinea, haciéndola protagonista y/o narradora de un micro relato. Y como ejemplo, el relato sobre el tema de un maestro: Marco Denevi.




Dulcinea del Toboso

    Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lorenzo Corchuelo y de Francisca Nogales. Como hubiese leído novelas de caballería, porque era muy alfabeta, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen y le besaran la mano, se creía joven y hermosa pero tenía treinta años y pozos de viruelas en la cara. Se inventó un galán a quien dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de lances y aventuras, al modo de Amadís de Gaula y de Tirante el Blanco, para hacer méritos antes de casarse con ella. Se pasaba todo el día asomada a la ventana aguardando el regreso de su enamorado. Un hidalgo de los alrededores, un tal Alonso Quijano, que a pesar de las viruelas estaba prendado de Aldonza, ideó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en su rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario don Quijote. Cuando, confiando en su ardid, fue al Toboso y se presentó delante de Dulcinea, Aldonza Lorenzo había muerto.
© Marco Denevi




Se Buscan Dulcineas

Una horda de carismáticos prebostes y bienamados líderes, bien escoltados por sus respectivas catervas de cuentavenas, lameculos, leguleyos, periodistas, juglares, bufones y demás fauna tiralevita, buscaban por toda La Mancha a Dulcinea para hacerse una foto con ella en el “Día del Libro”. La buscaron por todos los señoríos, aldeas y pueblos, menos en El Toboso, donde sabían que solo había una estatua. No lograban dar con ella y, sin embargo, Dulcinea, la de sin par y peregrina belleza, la dama de los pensamientos del valeroso Caballero de la Triste Figura, siempre había estado en el mismo sitio: en la imaginación de Don Quijote. Pero por si acaso, se buscó otro escondite, no fuera a ser que a esa gentuza le diera por leer y la encontraran. 

© Martínez Sainero, Pirata 2011




Vivas o Muertas 
(Persecuta Opus II)

    Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir, despavorida. Las botas de sus perseguidores resonaban sobre las hojas secas y sentía el ladrido de los sabuesos cada vez más cercano. En su huida sorteaba intrincados laberintos formados por árboles, en cuyos troncos alguien había clavado carteles con una frase impresa: Se Buscan Dulcineas

© Rafael Martínez Sainero & Mario Benedetti


domingo, 25 de noviembre de 2012

126.- Las Meninas de Velázquez




- Nunca pensé verme posando toda una jornada para terminar confinado en el fondo de un vulgar espejo.
    La grave voz de don Felipe, que había entrado por sorpresa en el obrador, hizo volverse al artista.
- Majestad…
- Don Diego…
    Nicolasillo y Salomón avanzaron hacia el monarca; a saltos el primero, y con la parsimonia a la que obliga la edad extrema, el segundo. Uno meneaba el rabo de contento y el otro dedicaba una exagerada reverencia a su rey. Fácil es pues deducir quien hacía cada cosa, pues lo contrario hubiera sido una imperdonable falta de respeto por parte del bufón y un impensable fenómeno de la Naturaleza por parte del perro. El afectuoso animal, en su instintiva demostración de cariño al recién llegado, mezclaba por la recién pintada basquiña de la infanta Margarita el blanco de plomo con el amarillo de Nápoles, su cola mudada en burda brocha por misterioso privilegio del Destino. Don Diego, apercibido del hecho, guardó para sí las ganas de atizarle al chucho una buena patada en el culo, pues sabía del aprecio que Su Majestad tenía a aquel viejo mastín.



- ¿En qué os hallabais, micer Velázquez? – preguntó el rey mientras dedicaba unas carantoñas a Salomón.
- Intentaba que este diablillo y su condenado perro se estuvieran quietos un momento para perfilar sus retratos, pero ya me los ha alborotado su majestad.
- Maese Velázquez me ha pedido que pusiera la pierna encima de Salomón, Majestad – exclamó alegre Nicolasillo Pertusato – si es menester, vuelvo a hacerlo.
- No, no, Nicolasillo… - dijo don Diego dejando la paleta y los pinceles en la gran mesa que ocupaba el centro de la estancia – ya hemos terminado por hoy, puedes retirarte… ¡Ah! y llévate a este saco de pulgas antes de que termine el cuadro por mí.
    El rey sonrió complacido. Gustaba de la compañía de este andaluz sencillo y honesto al que Dios había otorgado el mayor de los dones, por lo que le admiraba profundamente, y con el que se llevaba muy bien, no en balde habían convivido ambos más de treinta años. Se acercó don Felipe al enorme lienzo en el que trabajaba su pintor de cámara y quedóse pasmado admirándolo.
- ¿Y cómo vais a llamar a esta maravilla?
- Había pensado enLa Familia”, Señor.
- Lacónico nombre, a fe mía – el monarca abrió aun más los ojos y observó detenidamente las magistrales pinceladas de insuperable técnica; mantenía la boca abierta, el leporino labio inferior colgando de tal guisa que parecía que se iba a desprender de su rostro en cualquier momento para caer al suelo como una inerme morcilla burgalesa - ¿Así que “La Familia”, eh?... Pues más parece una pintura dedicada a las meninas de la infanta que a la familia real.
- Las meninas, sí… - Velázquez asintió ante la apreciación real – me gusta ese nombre. Ciertamente esa es la idea de la composición, majestad, destacar lo secundario y llevar el tema principal a un segundo término. Es un retrato de sus majestades y de su bellísima hija, pero también lo es mío, y de Nicolasillo, y de la enana Maribárbola, y de todos los demás que aparecen. Se podría decir que es un cuadro de cuadros, como los que pintan los maestros flamencos, pero sin enmarcarlos. He querido atrapar un instante, un momento íntimo de la vida en palacio, pero ante todo… - a este punto guardó un paréntesis de reflexión don Diego – creo que tenéis razón, en realidad es el cuadro de las meninas, ellas son las verdaderamente retratadas.
- No necesitáis justificar nada, mi querido don Diego, sabe perfectamente Vuestra Merced que tiene mi eterna licencia para pintar lo que le venga en gana, que todo lo que sale de vuestros pinceles lleva la suma perfección al lienzo, y a la excelencia no han de ponérsele trabas, cortapisas o valladares.
- Vuestra Majestad me paga largo hablando así de mi obra – el pintor se limpió las manos con un trapo antes de continuar – También pudiera llamarse “La mirada del rey”, pues todo lo que refleja el lienzo no es más que lo que Vuestra Majestad ve mientras yo le retrato.
- Interesante punto de vista el vuestro, maese Diego.
- Aun lo es mucho mas el de Vuestra Majestad – dijo Velázquez señalando el lienzo – todo aquel que admire esta obra en un futuro, estará viendo a través de vuestros ojos.
    El rey rió de buena gana mientras tomaba asiento.
- ¡Cómo os envidio don Diego!
- ¿Envidiarme, Majestad?... Pero yo solo soy un simple pintor y vos el monarca más grande del orbe.
- No tengáis tanta humildad, micer Velázquez, solo soy rey de un reino dividido y sublevado, la cabeza de un imperio que se desmorona por los cuatro costados. Durante toda mi vida he permitido que me manejaran hombres ambiciosos, aduladores sin escrúpulos… He sido engañado e incluso me atrevería a afirmar que se han burlado de mí.
- Pero Majestad, nadie osaría
- No, no, don Diego, permitidme concluir… Es cierto que malgasté mi tiempo en inútiles fiestas, en correr mujeres y disfrutar de la vida… ¡Bien sabe el Altísimo la de veces que le pedí perdón por mis pecados! Pero vos solo habéis recibido alabanzas. Sois un hombre de familia, un hombre de bien. Se os respeta y admira por vuestro arte. Es de razón pensar que tiempos venideros verán vuestra fama excediendo la mía propia.
- No diga eso, Señor. Siempre habéis querido lo mejor para vuestros súbditos.
- Si, solo buenas intenciones… Tan solo eso.
    El maestro hispalense no contestó; conocía bien a aquel hombre y sabía cuando había que respetar su silencio. Felipe IV de España, apodado “El Grande”, parecía ahora tan pequeño, tan cansado, tan triste. Hundido en aquella silla, ensimismado en oscuros pensamientos y rodeado de los enormes cuadros que vestían las antiguas paredes, parecía un reo que fuera a ser juzgado por la historia.



    Al fondo del obrador la lumbre encendida de la chimenea calentaba a duras penas, y en la espaciosa estancia solo se escuchaba el crepitar de las llamas. Cerca del enorme caballete había una gran mesa con el sobre de piedra de pórfido, y al lado, varios morteros, moletas, espátulas, probetas y numerosos tarros de barro con pinceles manchados. En un oscuro rincón, alejado del ventanal, podían verse varios estantes donde reposaban un número sin cuento de frascos y botes rotulados, conteniendo cada uno un color o un pigmento en polvo, y junto a ellos, en recipientes de tierra cocida y garrafas, una serie de líquidos y productos, desde almáciga, aceite de linaza y de nueces, hasta cera virgen y trementinas.
    El rey se levantó y dirigió sus pasos hacia unos cuadros inconclusos que había apoyados en la pared. La tibia luz de un sol de otoño penetraba por la ventana y oscuras nubes de gris intenso avanzaban desde la sierra, amenazando lluvia.
    Se detuvo ante uno de los retratos de su primera esposa, doña Isabel de Borbón, quien desde el lienzo le devolvía la mirada.
- Nunca quise verla muerta – dijo en voz queda el rey – todos pensaron que mi debilidad de carácter me impedía enfrentarme a su muerte, pero no es cierto. Tan solo quería recordarla como ella era: feliz y llena de vida.
    Quedóse el rey mirando largo tiempo el retrato de Isabel; en los grandes ojos oscuros de la hermosa reina aun brillaba la alegría de esa bella princesita francesa de diez años que le sonrió en la carroza real, hace tanto tiempo, en su Valladolid natal.
    Don Diego de Silva rompió el silencio, una intima pregunta susurrada al aire:
- La echáis de menos ¿No es cierto?
- Con toda el alma, mi querido amigo… - Felipe levantó la vista del cuadro y perdió su mirada tras las gotas de lluvia que golpeaban los cristales de la ventana - …con toda mi alma.
    Su Graciosa Majestad se volvió hacia el artista y suspiró como si acabara de despertar de un profundo sueño.
- Debo dejaros, me espera una de esas tediosas reuniones con don Luis. Para variar, la Corona está en bancarrota, pero el cardenal Mazarino no tiene ninguna consideración con el estado de nuestras arcas y sigue hostigándonos allende los Pirineos.
- Majestad… - don Diego hizo una leve reverencia mientras el rey abandonaba la sala. Antes de salir, y sin volverse hacia su interlocutor, Felipe IV  dijo:
- Preparad vuestro rojo más intenso, don Diego, y pintaos vuestro deseado lagarto en esa obra maestra. Mi intercesión ha obrado de tal guisa que el Consejo al fin ha aprobado vuestra petición de ingreso en la Orden de Santiago. ¡Ah!... y una última observación, maese Velázquez. Debería Vuestra Merced retocar la falda de la infanta; esas abominables pinceladas desmerecen vuestro arte.
    Velázquez miró inquisitivamente al perro, que se había negado a irse con el bufoncillo y dormitaba ahora en un rincón. Complacido, cogió su paleta y removió con el pincel el bermellón. Don Felipe de Austria había salido ya por la puerta del obrador. Enmarcado en el quicio de la misma puerta, apartando una cortina, el jefe de tapiceros de la reina Mariana le observaba inmóvil, inmortalizado para siempre como un fantasma en el espejo.

© Rafael Martínez Sainero, “Pirata” 2012





Es muy difícil describir la fascinación que esta obra maestra despierta en casi todas las personas que han tenido el enorme privilegio de observar su original. Uno se siente encogido ante esta desmesurada exhibición de talento casi inhumano, un estudio de luz que roza la ilusión de las tres dimensiones, donde el hasta el aire sobre los personajes ha sido retratado. El hecho de que Madrid sea uno de los principales destinos turísticos mundiales, es en gran parte debido a este óleo sobre lienzo de 3,18 por 2,76 metros pintado en 1656.

El relato que abre este "post" es un capítulo de mi inconclusa (¡qué raro!) novela "Las Novias de Luzbel", que ha su vez era parte de una inconclusa trilogía sobre los reinados de los tercer y cuarto Felipes de España. No podía sustraerme a incluir al maestro sevillano como personaje en la novela. Todo homenaje es poco para honrar el tremendo legado que nos dejó.

Grandes artistas posteriores rindieron también su humilde homenaje a esta obra magna. Este es el caso del maestro Salvador Dalí.




O el caso de Pablo Ruíz Picasso:


O el del maestro de la historieta de humor, Francisco Ibáñez, el Grande:


O el de ese grande del dibujo y el humor gráfico, Mingote:





Los chicos del equipo "Crónica", grupo de artistas de vanguardia de los 80, también se curraron unas cuantas versiones: 



Laurent de Brunhoff  y sus "Las Elefantinas" / Recreación simplista de un amante de los pictogramas
El grupo musical "Las Meninas Muertas" ensayando para su próxima gira.

Estos dos artistas nos presentan unas recreaciones un tanto surrealistas: la primera, basada en "Alicia
en el país de las Maravillas
", la segunda, con una infanta muy arácnida.

"Las Meninas y un servidor, Nicomedes" de 1954 / Ángel Arias y su "Intento de destrucción de Las Meninas".
Original su idea de vestidos translúcidos.

Cristóbal Toral con unas Meninas sin Meninas pero con montones de maletas y síndrome de Diógenes.
"Modernosas" versiones, hasta con iluminación a base de halógenos y neones.

Ramón Gaya "Pequeño homenaje a Las Mennas" / Onírica versión / "Las Meninas" de Araceli San Juan.


"Church Picnic" / "Relectura de Las Meninas" /  "Collage" con Perritos y un torete.

Y no podían faltar las consabidas versiones de los dibujos animados: La Cenicienta, Los Simpsons, Mickey, Pluto y Las "SuperMenenas".



Un bonito "fotovintage" preside variopintas versiones: Una de flamenqueo, otra tipo monigotes de plastilina,
una pelea titulada "After Las Meninas"... ¡¡Una orgía de luz y colosss!!

Dos estilizadas recreaciones fotográficas: La famosa de Joel Peter Witkin en 1987
y una campaña de moda de El Corte Inglés

Y nos vamos, como la puta tele, recordando a todas horas que estamos en crisis, tanto económica como social, con la estupenda "Las Mendigas" (2010) Puteo sobre lienzo de lino filipino. Desmotivante a todas luces. ¡Adiós, Fanzineros@s!... y no olvidéis abofetear cada día a un concejal o similar. ¡Porque tú lo vales y porque te lo pide el cuerpo!


miércoles, 21 de noviembre de 2012

125.- Sin Comentarios



Con el paso del tiempo ha disminuido considerablemente mi necesidad de reconocimiento ajeno. Aunque siempre es agradable recibir críticas o comentarios favorables, cada vez aprecio más la libertad creativa. Si gusta lo que hago, encantado de la vida, y si no gusta, pues también… ¡Aquí paz, y después, gloria! La necesidad estadística de contabilizar los “Me gusta” o los “No me gusta” es enfermiza… ¿Cuánta gente ve lo que hago? ¿Les gustará? ¿No les gustará? ¿Me lo dirán? De hecho, cuando publico algo soy consciente de que a muchas personas les molestarán mis opiniones, o les ofenderán las imágenes expuestas, pero de eso se trata la libertad de expresión, de provocar, de confrontar, de hacer lo que a uno le apetezca, dentro de un orden. Es imposible contar con la empatía de todo el mundo… y de hecho, no la pretendo, al menos no la de radicales, dogmáticos o lacayos lameculos. Solo pretendo escribir y dibujar en libertad. 
Por esa razón, el hecho de no recibir comentarios (apenas los de un puñado selecto de amigos, amigas y familiares incondicionales) para mí no es un ningún problema. 

Sin embargo, no todo el mundo se toma bien la ausencia de comentarios en sus "posts". Por lo que he podido observar en la web, muchos los exigen y algunos hasta toman rehenes y amenazan con acabar con ellos si los lectores no les comentan; otros te auguran desgracias sin cuento, y el jodido chimpancé te suelta lo de "Déjame un comentario y nadie saldrá herido".




Hay chantajes de todo tipo, gatos suicidas, perritos malhumorados... Hasta Stewie te amenaza con chivarse a su mamá...


Estos originales reclamos recurren a dos de los tipos más duros de Hollywood para "persuadirte" de que comentes.


Los personajes de "Los Simpsons" también funcionan muy bien. Aquí vemos a un Bart muy didáctico, a los muchachos del bar de Moe todo rebotados, y hasta un Homer en plan "Viernes 13" un tanto extremo...


Otros, por el contrario, son más educados y lo piden por favor o agradeciendo de antemano.





"Tus comentarios alimentan mi blog", nos dice Nacho Gómez con este simpático monigote.
Echar mano de la compasión también es una opción, como se ve en el ejemplo del gato con botas.
Una chica nos pide amablemente el comentario.
Nosotros la pedimos también "porfa" que consulte en el diccionario el verbo "vallar"


Tan necesitada está la peña de comentarios que se ha llegado a convocar un día mundial.

Los reclamos eróticos también están a la orden del día

Pensando en todas esas personas que adoran los comentarios a sus trabajos, escribí en su día este mini cuento tan cuco:



Sin Comentarios

    El mono estaba en el centro de una enorme celda muy iluminada, toda recubierta de un grueso cristal espejado que permitía ver desde fuera pero que reflejaba su propia imagen desde dentro. Un día hizo una gracia. No recuerdo bien si fue un salto hacia atrás con pirueta invertida o que simplemente se frotó los genitales mientras se deslizaba por la cuerda que colgaba del centro de la extraña jaula. Le pareció oír unas risas tras el cristal y el mono repitió durante un tiempo sus monerías. Cada vez que despertaba se encontraba con un plátano y una bonita melodía sonaba desde algún altavoz oculto en la jaula. Con el tiempo, el mono dejó de escuchar las risas atenuadas que provocaban sus repetidas monadas. El plátano aparecía regularmente, pero la música cesó. El primate no podía saberlo, pero la cuidadora encargada de la música dejó el trabajo alegando que cada vez que se acercaba al recinto del mono le sobrevenía una extraña e inexplicable alergia. El mono dejó de hacer monerías y se dedicaba todo el día a mirarse a sí mismo en la pared de la celda, intentando percibir algún sonido del exterior que nunca llegaba. Sabía que tras el cristal había alguien, podía olerlos, pero un halo de silencio les envolvía. Se olvidó de los plátanos y de la estúpida costumbre de ingerirlos para sobrevivir, así que un día el mono apareció muerto, acurrucado junto al cristal espejado.
    Una niña se acercó un día al señor que limpiaba el cristal de la jaula vacía.
- ¿Cómo ha muerto el  mono? – preguntó.
A lo que el hombre contestó:
- Sin Comentarios.

© Rafael Martínez Sainero

viernes, 16 de noviembre de 2012

124.- Micro Relatos: El Binomio Fantástico de Rodari



El mítico y legendario Curso de Mini Cuentos de abril y mayo del 2011 al que que tuve el privilegio de asistir, fue eminentemente práctico. Mis talentosos compañeros y este que les suscribe, hicimos un viaje por la historia y la técnica del Micro Relato. Hubo propuestas destinadas a estimular la creatividad. Escribimos montones de Mini Cuentos, aprendimos a afinar el uso de las palabras (decir mucho con muy poco) e inventamos historias de todo tipo: fantásticas, del día a día. inquietantes... Mil y una historias de cien palabras, o alguna menos. Disfrutamos del arte de lo breve con los mejores: HawthorneCortázar, Monterroso, Kafka, Shua, Iwasaki, Newman... Pero lo más alucinante del caso es que, aunque apenas fueron 6 o 7 jornadas, la carpeta en la que guardo lo escrito en aquellos días siempre está llena. He publicado en este vuestro "blog" cientos de millones de mini relatos del curso, y aún quedan chorrocientos mil más. Yo creo que hay elfos enanos que escriben por la noche y reponen mi despensa.

Este es el precioso mini cuento argentino que daba la bienvenida al taller; y este el tango flamenquito que he escogido para dar la bienvenida al mini cuento:


Diego "El Cigala" "Nostalgias" (Del disco "Cigala & Tango")



























Tango

Aquel hombre bebió para olvidar a la mujer que amaba, y la mujer amó para olvidar al hombre que bebía.

Mario Golobof



En la primera lección, capítulo II, intitulada "Sorpresa 2ª parte", van y dicen:

Una palabra lanzada al azar en la mente, produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños.”
Una palabra cualquiera elegida al azar, puede funcionar como palabra mágica capaz de desenterrar campos de la memoria que yacían bajo el polvo del tiempo

Gianni RodariGramática de la Fantasía


En su obra que lleva el subtítulo “Introducción al arte de inventar historiasRodari pone al descubierto múltiples mecanismos creativos:
¿Qué ocurriría si...?
El Prefijo Arbitrario
El error creativo
La falsa adivinanza
y otros muchos. El recurso creativo más conocido dentro de esta obra es el “Binomio Fantástico”, en el que se deben elegir dos palabras y a partir de ellas, crear un relato. Rodari aconseja esto:
Es necesaria una cierta distancia entre las dos palabras, que una lo suficientemente extraña a la otra, y su unión discretamente insólita, para que la imaginación se ponga en movimiento, buscándoles un parentesco, una situación fantástica en la que los dos elementos extraños puedan convivir. Por este motivo es mejor escoger el “binomio fantástico” con la ayuda de la casualidad. Extraídas casualmente, por un dedo que no sabe leer,...

Ejercicio:
Elijamos dos palabras y hagamos una historia, pero no elegiremos dos que estén muy próximas en nuestra cabeza. Las buscaremos de otra manera...

Y así fue como nos vimos todos escribiendo palabras en pedazos de papel, luego los intercambiamos y cada uno se buscó la vida con las palabras que les habían caído en suerte. "Envidia" y "Boli" para Susana:




Envidia de boli

    El Bolígrafo tenía envidia del Lapicero porque si se equivocaba podía borrarse. 
    El Lapicero tenía envidia del Bolígrafo porque todo lo que escribía era para siempre.
    El “boli” envidiaba además a lápiz porque iba siempre junto a su amiga, la goma de borrar.
    Cuando se inventó el “Tipex” la historia cambió. Al finalizar la clase iban todos a dormir dentro del estuche y lejos del papel eran seres prescindibles. Todas sus disputas ahí acababan hasta el día siguiente...
    El verdadero ser envidiado era el papel, pero su envidia mútua no les dejaba verlo.

Susana

"Cuchillo" y "Tormenta" para José Antonio:




La Tormenta


  Les pilló en lo alto de la inmensa mole de granito y quedaron atrapados. Era la tormenta eléctrica más terrible que hubieran vivido o imaginado. Se llevaron todos los objetos de metal al otro extremo del claro, hasta las hebillas de los cinturones y las botas, por los herrajes.
Olvidaron el cuchillo.


José Antonio Pérez Rojo


Y "Cafetería" y "Mar" para mí:





Clientes

    Mar al Norte, 
    Mar al Sur, 
    Mar a Poniente, 
    Mar hacia Levante
    Miraba al horizonte y solo veía el Océano. Daba pequeños sorbos al agua tibia de su medio coco de las Five O´Clock, y un mandril le arrojaba a la cabeza cáscaras de almeja vacías.
    El señor Crusoe se dirigió estoico y flemático a la cacatúa que reposaba en su hombro:
- Pues si, querida, es notorio que cada vez dejan entrar a gente más vulgar en esta cafetería.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2011
Guadalajara, Castilla, viernes 29 de Abril de 2011