Un
servidor y 40 maromos más asistíamos a clase de Lengua en el Instituto Nacional
de Bachillerato “Calderón de la Barca”.
Pongamos que hablo de Madrid, una fría mañana del año 1973. “La Pato”,
la maciza profesora de la materia en cuestión, escribía en la pizarra oraciones
con pronombres, verbos y adjetivos varios. A mí el único adjetivo que se me
venía a la cabeza era “aburrido”. Justo delante de mí “El Batu”, compañero a la par que delincuente en ciernes, parecía
absorto en la lectura. Alucinado en grado sumo, pues hasta aquel momento
hubiera jurado que el Batu no sabía leer, le pregunté si estudiaba para el
examen. Se rió por lo bajinis y de entre las páginas del libro de texto sacó un
extraño tebeo, que según supe después había mangado en el kiosko camino de
clase.
– Quédatelo – me dijo mientras me lo
pasaba por debajo del pupitre – Yo ya lo
he leído.
Entre
mis manos tenía un curioso librillo mal editado, con las cubiertas de cartón
barato y las páginas interiores de un papel amarillento de ínfima calidad. “Novela
Gráfica para Adultos” ponía en la portada. Yo, que hasta aquel entonces solo
leía el “Mortadelo” y al Capitán
Trueno, y que asociaba la palabra “adultos” únicamente a pornografía, me
asusté un poco. La verdad, una portada llena de señores musculosos embutidos en
mallas de lycra daba qué pensar.
Pero fue
abrir la novela gráfica para adultos y un universo nuevo se abrió ante mis
adolescentes e impresionables ojos. ¡Los personajes no solo vestían mallas ajustadas
sino que algunos estaban medio desnudos!... Y lo mejor: además de estar irremisiblemente tarados
por absurdos problemas existenciales, todos se “hostiaban” sin parar durante
ciento y pico páginas utilizando unos extraños superpoderes surgidos de todo
tipo de bidones radioactivos caducados, rayos cósmicos, rayos gamma, microondas
escacharrados o lo que fuera. ¡Cómo molaba! ¡Aquello no era un tebeo, aquello
era una bomba de tiempo!
Nunca se
lo agradecí suficientemente al “Batu”. Me acababa de salvar la hora de “Lengua”
y por si fuera poco, me había presentado un nuevo vicio que a partir de aquel
instante pasaría a formar parte de mi vida: Los cómics MARVEL de Ediciones
Vértice.
Estos
comics eran muy extraños. No estaban editados en el formato original del típico
“comic-book” USA, sino que estaban adaptados a un tamaño menor, más o menos
como una novela de bolsillo, con 128 páginas, muchas más que el original
americano pero con el mismo contenido. Para estirar el número de páginas, los
chicos de Vértice recurrían a unos trucos sucios y a unas chapuzas del todo
ignominiosas. Colocaban la viñeta original en el centro de la nueva página y
rellenaban el espacio que faltaba con bocadillos y textos más grandes, o ponían
líneas tipo explosión alrededor, o rellenaban de negro directamente… También se
diferenciaban en que eran en blanco y negro. Pero lo más peculiar de esta,
valga la “rebuznancia”, peculiar adaptación, era que les daban una caja de
rotuladores “Carioca” negros a una panda de discapacitados de centros de terapia
ocupacional para que completaran en la versión española las figuras de los
personajes que quedaban cortadas en los recuadros de las viñetas yanquis. El
resultado era de fliparlo en colorines. Así, una pierna perfectamente dibujada
por John Buscema o Jack Kirby, tenía el pie completado,
pongamos por caso, por Anastasio Calasparra.
Este fenómeno era conocido en nuestro círculo como el efecto “Amorfo Flemitis” y siempre nos daba la
risa floja.
Fueran una
puta mierda o no, el caso es que a partir de aquel día quedé completamente
fascinado, arrebatado del todo por aquellos tebeíllos… Como el yonki en busca
de su dosis, todos los días bajaba corriendo al “Puestecito”, como lo
llamábamos en mi casa, que no era otra cosa que un local pequeñísimo y cutre en
el que vendían sobres de cromos, álbumes de cromos, pipas, regalices, caramelos
y, cómo no, los tebeos que colgaban de una cuerda no muy tensa, sujetos por
pinzas de tender la ropa. Un auténtico paraíso. Allí compraba por 5 duros (25
pesetas – 5 céntimos de €) los ejemplares nuevos. Y cuando no había tanta pasta
en el bolsillo, cambiaba los que ya había leído por otros que, dado su sobado
aspecto, había leído todo Madrid menos yo.
Así pude
conocer a gente tan interesante como Conan
el
bárbaro, Spíderman, Dan Defensor (que así interpretaba el
lúcido traductor de Vértice las 2 “dés” del superhéroe ciego Dare Devil) La
patrulla X, Los 4 Fantásticos, El Sargento Furia, 2 pistolas Kids, etc.
Pero de
entre toda esa pléyade de héroes había unos que me engancharon del todo. Según
cita la leyenda: “Y entonces llegó un día, un día muy diferente a cualquier otro, en el
que los héroes más poderosos de la tierra se unieron contra una amenaza común,
para luchar contra un enemigo al que ningún héroe podía vencer en solitario.
Ese día, nacieron Los Vengadores”.
Los "Vengatas" nunca se han caracterizado por su carácter afable.
Aquí les vemos a las puertas de un centro comercial el primer día de rebajas
Todos
los conocéis ya sobradamente. Sus miembros fundadores son: Thor, el dios del Trueno, alias
“ricitos de oro”; Iron Man, el
hombre de hierro, alias “cabeza lata”; “Cap”
América; El increíble Hulk, más conocido en mis tiempos como
“La Masa”; El hombre hormiga y la
guapa Janet Van Dyne, o sea La Avispa, que fue quien le puso nombre al equipo.
Luego llegaron el siempre quisquilloso Ojo de Halcón, Mercurio, La Bruja Escarlata,
Goliat, La Pantera Negra, Hércules,
La Visión, etc…
Para este que suscribe, los
domingos por la mañana eran la gran fiesta. Me iba al Rastro con mi asignación semanal y la
fundía en comprarme los números atrasados que me faltaban para completar la
colección.
Inspirados
por las aventuras de Los Vengadores,
los más frikis de la clase nos dedicamos a dibujar historietas con nuestros
propios superhéroes. Así, Eduardo
Mellado, alias “El Sapito” pasó a transformarse en “Atom” una curiosa mezcla entre Spíderman
y el Hombre de Hierro, con
sorprendentes poderes de fisión molecular. La identidad secreta del “Charly” pasó a ser “Super Furia”, y a un servidor le
crecieron alitas tipo el casco de Thor
en un cabezón de calavera, lo que me convirtió en el poderoso “Pirafebo”. Todos juntos unimos nuestras
fuerzas a las de Martínez del Teso
(“El misterioso Muerto”) y así
nacieron “Los Vencedores”.
Posteriormente, y bebiendo de las mismas fuentes, surgiría el éxito de los “Los Invencibles”, pero de ellos nos encargaremos
muy pronto con mayor detenimiento.
Han
pasado 30 y tantos años desde aquellos felices días de tinta y papel, y por
fin, gracias a la ciencia, que adelanta cada día una barbaridad, el viernes día
27 de abril se estrena en España la peli de "Los Vengadores", podré equiparme con mi barreño de palomitas e ir al cine a ver a mis héroes de la infancia en movimiento.
Pero
no siempre fue esto posible. La historia del séptimo arte no ha podido mantener
un verdadero romance con la del noveno hasta hace muy poco tiempo.
La
primera adaptación a la pantalla grande de un héroe Marvel es la del Capitán América y fue en 1944, en
plena guerra mundial. Se trataba de un serial barato que contaba con un
presupuesto cercano a los 20 dólares, de 15 episodios protagonizados por un tal
Dick Purcell, que interpretaba a un
Capi con pinta de mamarracho trasnochado. Los briosos guionistas, en un alarde
de originalidad (o para ahorrar) le quitan al capi su escudo y se lo cambian
por una pistola. Era una serie muy bizarra, en la que el malo maloso, llamado “El Escarabajo” tenía un arma
definitiva: ¡El vibrador dinámico! Cuentan
las malas lenguas que Purcell
organizaba orgías desenfrenadas en su mansión de Los Ángeles. Falleció pocas
semanas después del rodaje del serial, el 10 de abril de 1944, seguramente de
un infarto provocado por el uso desmedido del arma que había arrebatado a su
archienemigo.
Aquí
os dejo unos magros fotográmas que no tienen desperdicio.
Después
de aquello, lógicamente, pasó mucho tiempo antes de que alguien se atreviera a
adaptar algún cómic de la factoría de las ideas a la pantalla, concretamente
hasta 1978, cuando una masa de músculos y anabolizantes, de 138 k. de peso y 1,98 m. de altura llamada Lou Ferrigno dio
vida al Increíble Hulk en una serie
televisiva.
Y como guiño a la cinta de “Los Vengatas”, he aquí una escena del inolvidable episodio en
que el coloso esmeralda y el dios asgardiano, por llamarlos de algún modo, se enfrentan entre ellos... ¡Cosa fina!
Momento álgido de la pelea más casposa de la historia de la TV, cuando
Hulk amenaza a Thor con subirse a un banco y hacer una mancuerna. ¡¡Gruuuuuuño!!
Bill Bixby como Bruce Banner, Lou Ferrigno como "Hulk"
y un individuo disfrazado de Super Oveja
Ese
mismo año, que Dios confunda, se me ocurrió entrar en el cine a ver una versión de “Spíderman” protagonizada por un cabezón tirillas llamado Nicholas
Hammond. ¡Aun tiemblo solo al recordarlo! Unas peleas de vergüenza ajena, coreografiadas por “moñoños”
de cotolengo, solo a la altura de las peleas de míticas cintas de Ralph Martin rodadas en 8 milímetros para
la “Pirat Films muy Limited”, tales
como “Mini Kung-Fú – La Mansión del
Diadlo” y otras.
Aquel
visionado nos dejó marcados a mí y a mis hermanos, que me acompañaban en
aquella tortura. ¡Ríase usted de los traumas de los supervivientes de los
campos de concentración nazis! Para mayor INRI, justo en la fila de delante,
una familia numerosa daba cuenta de unos apestosos bocatas de gallinejas,
haciendo un ruido infernal mientras les quitaban el papel de periódico. Aun
tengo pesadillas al rememorar el ruido que producían mientras masticaban todos
al unísono el bolo alimentico en su cavidad bucal, superando por muchos
decibelios los efectos sonoros del todavía incipiente Dolby Surround de la peli. Aquello era dantesco… ¡Parecían los Gremlins viendo “Blancanieves”!
-¡Ñam,
groumfg! ¡Máma, pásame las pápas! ¡Ñamgh, ñam! ¡Endevé el payo risión con el
pijama el Barça y la redesilla las naranjas por la chola!- gritaban a
voz en cuello y se partían luego la caja (¡Ja, ja, ja, ja!) mientras ponían
perdida de perdigones de miga de pan y entresijo a medio deglutir la nuca de
los de la fila de enfrente.
Todo
esto, unido al engendro que se proyectaba, hizo que todos los espectadores (salvo la familia
Trapisonda, que al menos había merendado) saliéramos del cine babeando como
zombis, sin apenas poder articular palabra, urgidos de una terapia post
traumática que nunca llegaría dados nuestros posibles.
Los tres chinos de los palos entrenaron posteriormente al mismísimo Jet Lee
Paralelamente al lanzamiento USA, los “japos” estrenaron un producto similar, mucho más digno y completamente bizarro. El Spiderman
del Sol Naciente era una curiosa mezcla entre el universo del tío Stan, Godzilla y los Power Rangers. Al menos tenía gracia.
Cuando la máscara se le pone delante del careto y lo del gato negro es de ovación de gala.
Pero
la pesadilla no acaba aquí. El año siguiente, en 1979, se ruedan dos episodios
piloto para una serie televisiva. En este “Captain America”, de Rod
Holcomb, el glorioso vengador de las barras y estrellas es
transformado en un motorista hortera con escudo transparente de plexiglás.
Alucina pepinillos con el leotardo/calzoncillo marcando paquete del gachó… ¡Coño, pero mira
qué casco, joder, que parece la hormiga atómica, colega! El hecho de que el supervillano de turno
fuera el mismísimo Christopher Lee
dando vida a un general de república bananera, no salvó de un estrepitoso
fracaso absoluto a esta “superproducción”. Aunque los capítulos pilotos no
pasaron el corte en los USA, los muy cabronazos de la productora se las
arreglaron para colocar el bodrio a diversos países europeos, donde se proyectó
en varios cines que fueron apedreados tras la proyección.
En
1990, un entusiasta llamado Salinger
vuelve a las andadas con una adaptación al cine del Capi. Esta vez con un uniforme
pasable, aunque de plástico gordo, que el actor tuvo que sudar más que un
luchador de sumo en Écija. Lo peor, que el escudo se notaba que era
también de plasticazo. Y la cara del
supuesto Cráneo Rojo parecía una ¡Almendra
Garrapiñada! Los decorados eran unas cortinas rojas tochas (para ahorrar) y
cruces gamadas recortadas con cartulina. Lo digo en serio, me encantaría
tenerla.
Ocho
años más tarde (1998) ve la luz “Nick
Fury: Agent of S.H.I.E.L.D”, con un David Hasselhoff
muy en su papel supermacarra mascapuros. Al menos el logo de S.H.I.E.L.D. está bien
hecho.
Pero afortunadamente todo ha
cambiado… Arribó el nuevo siglo y con él la tecnología digital. MARVEL se hizo con su
propia productora de cine y llegaron “Iron
Man” (Jon Favreau, 2008); “The Incredible Hulk” (Louis Leterrier, 2008); “Iron Man 2” (Jon Favreau, 2010); “Thor”
(Kenneth Branagh, 2011); “Captain America, the first avenger” (Joe Johnston, 2011)… Y por fin, el 27
de abril…¡¡ “Los Vengadores” (Joss
Whedon, 2012)!!
Yo
no creo en dioses, si acaso en el cimmerio Crom
de Conan el Bárbaro, pero tal y como se oye en el trailer de la peli, en
la profunda voz de Sam L. Jackson: ¡Yo
aun creo en los héroes! Así pues, compañeros, nos vemos en los cines…
Esto promete… ¡¡Vengadores, Reuníos!
Rafael
Martínez Sainero.
Pirata 2012
Para
ir abriendo boca, aquí os dejo unas viñetejas de mi cosecha, en un homenaje a los
personajes de la peli, unos posters fotomontaje fan que me curré en su día y unos carteles
preciosos de La Viuda Negra
(ilustrado por Olly Moss) y de Hawkeye (ilustrado por Tom Whalen) ¡Ah, y el cartel de los
Vengatas que ha sacado Lego, que mola mucho más que el de verdad de la peli!
Por si no está claro
ya, todos los personajes, logos, frases, parecidos con la realidad y demás
parafernalia,
son propiedad de MARVEL, faltaría más.
Gracias a Lego, a Migui Comics y, sobre todo, al Hombre Almendra Garrapiñada. ¡Excelsior!