Otra de las implacables críticas teatrales ¡A Todo Color! de “EL PIRATA Fanzine”
Hoy:
DESCANSAREMOS
(Revisión a lo “modelno” y “descarnao” de la obra “Tio Vania” de Antón Chéjov)
VERSIÓN de Jesús Laiz / DIRECTOR José Bornás
SINOPSIS: Chéjov en estado puro: Una panda submoscovitas nos cuentan sus miserias ahogadas en vodka y sus crisis existenciales. Hasta aquí nada nuevo: Gran texto y magníficas interpretaciones. La sorpresa viene cuando alguien pasea por la sala dándole al manubrio de una vieja cajita de música.
Tras unas cuantas décadas alineado, alienado (o como se diga) con contracultura basura americana aliñada de testosterona superheróica, decido aceptar una invitación para ir al teatro y darme una somera duchita de intelectualidad. Algo así como ir al Spá un día y pretender curarse las lesiones de toda una vida. ¡Iluso de mí!
Entramos en el curioso local “NAVE 73” (que hace referencia en su nombre al tipo de edificio y al aforo) y nada más sentarme constato que el título de la obra no es un presagio para lo que le espera a mi culo si permanece sentado un buen rato en esa grada cutre de andamio de obra. Miro bajo el asiento y descubro un flotador de patito hinchado… ¡La cagamos, tía Vania! A ver si esto va a ser una performance de esas más raras que un perro verde, que hacen interactuar a los espectadores y te van dando sustos a lo “La Fura dels Baus”… ¡Ah, no! Yo no me pongo el flotador de patito en la cabeza se pongan como se pongan.
Mientras esperamos el comienzo de la función me entretengo en leer la reseña del folleto de presentación:
Concurso de acreedores, castigo de los mercados, bonos basura, activos tóxicos, cinco millones y medio de parados, disfrute hoy y pague mañana. Santa Ángela Merkel no nos aprietes más, ya no nos queda nada que darte. ¿Dación en pago? Si sale cara sí, si no, entrega tu casa y sigues debiendo 100.000 euros. Y la luz más cara que nunca y tu amigo que te falla y VANIA que se cae, que se hunde, que no puede ser rescatado como Bankia, abrumado por un vacío que le come por dentro, que no le deja disfrutar de lo que tiene porque siempre será poco, porque siempre será una mierda después de haberle visto las tripas al juguete. Flores marchitas, rosas de otoño, castillo de naipes que se derrumba a diario y se vuelve a poner en pie porque es lo que necesitamos: creer en algo y en alguien, porque mientras estamos sentados pensando en cómo llegar a fin de mes, hay cuatro listos contando billetes. Mientras te roban los sueños hay unos pocos que viven los suyos y los tuyos. Mientras VANIA, presa de la desesperación, coge una pistola, desaparecen 3.000 puestos de trabajo.
¡Ondia! – pienso – o la obra es una especie de mitin contra el poder establecido, o han aprovechado el programa para escribir un panfleto. Ahora entiendo el título… Primero fue PODEMOS, luego GANEMOS… y ahora “DESCANSAREMOS”
O sea, que VANIA coge una pistola… ¡Qué fuerte! – sigo pensando – espero que no me hayan contado el final o desvelado alguna sorpresa.
Empieza el show; coloco el bullate de cincuentas formas de grey, contractura lumbar; Gracias a Manitú, el flotador era para otra obra, más infantil que esta; termina el show. Ahí va la crítica:
“Descansaremos”, de la compañía “APATA Teatro”, es la refrescante revisión de un clásico de clásicos en el mundo del Teatro: “Tío Vania” de Anton Chéjov. Con una puesta en escena rompedora, está brillantemente interpretada por José Luis Santos, que encarna a un acabado profesor Alexander; Marta Nieto, una Elena imponente en todos los sentidos; José Luis Patiño, un Tío Vania un tanto tarantiniano, pelín achispado y violento, pero muy bien actualizado; Marina Andina, que carga sobre sus espaldas con tres papeles en uno y da vida con naturalidad y solvencia a una María Vasílievna perfectamente fusionada con la nodriza; Jorge Cabrera, un doctor Astrov con un magnífico toque cínico; y por último Delia Vime, gratísima sorpresa en una perfecta recreación de Sonia, la acomplejada hija del profesor. La actriz consigue dotar al personaje de una calidez y cercanía maravillosos, y además tiene un pelazo precioso.
Elena está buena ¡Y lo sabe! Desperdicia su juventud pasando de puntillas sobre las babas de sus admiradores. |
La resignación y paciencia hechas personaje. Un rol que destila belleza por todos los poros. |
Marina / María es la encargada de la vajilla y el juego de té de la casa solariega. Su presencia llena la escena y pone el contrapunto de sosiego entre tanto desequilibrado al borde de la terapia. |
Ete Tío Vania está para una ducha de ansiolíticos. |
Cabrera, el matasanos rural, poniendo morritos a la maciza de Elena Andréievna. Ni con esas. |
El profesor pasa del médico como de pisar mierdas. Últimamente, viendo como funciona el sistema sanitario, yo también. |
El profundo vacío vital de los personajes se ve también reflejado en la escenografía: Un triste tenderete hecho con hierros forrados de tela, cuatro sillas y la protagonista absoluta: una camaleónica mesa plegable y desmontable de IKEA, que adopta mil y una formas y tamaños, y que sirve de nexo de unión entre escenas y actos, al igual que la inmortal música de Lennon y Mc Artney que cantan los actores y actrices.
Se agradece que la función esté amenizada por canciones de Los Beatles y no, por poner un ejemplo, con temas de Melendi, cosa esta que hubiera sido tremendamente más transgresora, pero que hubiera ido en detrimento de la calidad del montaje final.
Y es que dar un espectáculo teatral de calidad con cuatro duros y tres balas de fogueo es complicado. Pero a veces sale bien. Como es el caso de este imaginativo y curioso montaje. La espectacularidad de este espectáculo en concreto, válgannos las redundancias, reside esencialmente en una brillantísima interpretación de todo el elenco y en menor medida, en varias minas diseminadas estratégicamente a lo largo de la representación.
Elena se aburre. En secreto, solo anhela jugar a los médicos con Astrov. |
No me preguntes porqué, pero a pesar de tan valiente y arriesgada propuesta escenográfica, la función funciona. Los furibundos exabruptos del montaje encajan a la perfección y hasta potencian la carga trágica del argumento.
Está todo hecho y dicho de cara al espectador, a pecho descubierto… Bueno, no… Miento. Todo menos cuando la hermosa Elena se enfrenta a su tullido marido y, abriéndose la bata, a pecho descubierto, le pregunta: “¿Es esto lo que quieres? ¿Ein? ¿Es esto, jodío viejo verde?”
Pues eso, que por mucho que me esfuerce, no logro encontrar una pregunta más tonta y con una respuesta más obvia.
Pero no nos dejemos engañar por los fuegos de artificio. Al margen de "moderneces" o intentos de originalidad a la hora de presentarnos el plato, el perejil solo es aderezo. Los amantes del teatro pueden aquí solazarse y deleitarse con la interpretación pura y dura. La recreación de los personajes de Chéjov por parte de estos seis intérpretes es sencillamente magnífica, creíble, auténtica. Muy recomendable.
La compañía APATA ha llevado a cabo varios interesantes proyectos tales como Tito Andrónico, ¡Ay Carmela! "Las Flores de Don Juan" o So Happy Together. |
Vuelvo a leer el panfleto que me han dado en la entrada… Aunque el que lo ha escrito se empeñe en establecer paralelismos entre las egoístas crisis vitales de una panda de depresivos rusos en plan “No puedo con la vida, dame otro chupito vodka” y la crisis económica y de valores que nos carcome actualmente, yo no acabo de verlo. Si la pistola en la sien de Alexandr Vladímirovich Serebriakov representa la pistola de un pueblo harto en la sien de un Sistema corrompido y corruptor, pues vale, pues puede colar. Tomemos pues el texto del dramaturgo como una metáfora de nuestra actual frustración, aburridos del tedio vital, sin motivación, cansados de luchar contra molinos de viento y los poderosos dueños del planeta. Contentándonos con mantener nuestra única motivación: Estar todos enamorados, o creer estarlo, de la joven y hermosa esposa del profesor y esperar que algún día nos corresponda.
La obra no hace concesiones, no hay distracción posible. Todo está sobre las espaldas de los actores y actrices. |
Sinceramente, a mí y a los estupendos personajes de Chéjov nos parece genial tan loable intento de sensibilización social, pero en realidad solo nos interesa curar las heridas provocadas por la vida, llenar el páramo de nuestros resecos y egoístas corazones con grandes dosis de pasión y un poquito de amor… Por eso la buena de Sonia se conformaría con unas gotas de cariño por parte del Doctor… Y por eso el tío Vania, el viejo profesor, el propio doctor, un servidor y millones de almas solitarias deseamos a Elena. Como dice la estupenda canción de los chicos de Liverpool: Todo lo que necesitamos es amor.
Y ahora sí, después de un buen rato disfrutando del teatro en estado puro y sufriendo en silencio la “butaca” del teatro Nave 73, buscaremos un lugar para amar y soñar este fin de semana, un lugar donde los calamares encebollados estén de vicio, y ya con el alma y el estómago bien alimentados, descansaremos.
Pirata 2015, critico teatral amateur
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