Bingo
Ellos entraron en silencio, la mirada perdida y la angustia en sus corazones. Poco a poco fueron colocándose en fila y sacaron sus documentos de identificación.
La sala de recepción se encontraba en un estado deprimente. La tenue luz roja de un fluorescente agonizante iluminaba el lugar y las negras sombras de la multitud bailaban una macabra danza sobre la sucia pared. Dos empleados rellenaban con desgana las fichas de admisión, y un matón, con sus botas encima de la mesa, se sacaba pelotillas de entre las uñas con un palillo.
En el salón principal la partida ha comenzado. Los rostros fijos en las pantallas y en los paneles. El sudor frío resbala por las sienes, sienten un estremecimiento de horror que les recorre el espinazo, y en sus manos vibra nervioso el rotulador. La monocorde voz del Jefe de Mesa ha anunciado la partida entre chirriantes sonidos de acople del vetusto sistema de megafonía.
Uno a uno van saliendo los números: Tres... Cuarenta y cinco... Setenta y Nueve, seis, nueve... Cincuenta... Treinta y tres...
Los nervios están a flor de piel y nadie se atreve ni a respirar. Por fin alguien salta de su asiento y grita ¡¡Línea!! con todas sus fuerzas. De sus ojos brotan lágrimas de felicidad. Al poco rato, tras la comprobación del cartón premiado, la partida se reanuda.
De nuevo la tétrica cantinela: Veinticinco... Ochenta y nueve... Siete... Setenta y siete, siete, siete... Diez... y así hasta el final. Un ¡¡Bingo!! salta al aire. El afortunado ganador se sube en la mesa y chillando como enloquecido alza sus brazos al cielo. Los no agraciados se funden en un estremecedor lamento, se arrancan los cabellos y se rasgan las vestiduras de pura desesperación.
Comprobación, validez, y por fin llega la tan temida hora. De detrás de las cortinas que rodean el recinto surgen hombres enfundados en negras armaduras, empuñando fusiles láser. Sin previo aviso comienzan a lanzar una mortífera lluvia de rayos calcinantes. Los cuerpos se retuercen de dolor mientras son abrasados por las llamas. Entre el holocausto, dos personas aun se mantienen en pie dando saltos de alegría, con sus respectivos escudos anti láser de “Bingo” y “Línea”.
Las brigadas de limpieza acarrean al poco rato los cadáveres mientras que el Jefe de Mesa anuncia la nueva partida y en Recepción, un matón liquida a un jugador al que se le ha olvidado el carné de identificación.
Hoy Marta se ha levantado un poco tarde y se ha tomado el desayuno con parsimonia. Cuando suena el timbre, Marta se arregla un poco el pelo con las manos, se coloca bien la bata y se dirige hacia la puerta. Al observar por la mirilla, los ojos de la muchacha se desorbitan. ¡Es el cartero! ¡El cartero!... En nuestra actual sociedad el cartero puede llegar a ser como el Ángel de la Muerte.
© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2012
"Bingo" (De la recopilación "Manuscritos en el abismo del tiempo")
Primer Premio del Concurso de Relatos de Ciencia-Ficción de Radio Nacional de España (Radio 3) 1980
Esta es la emisión del relato, narrada por una estupenda profesional (de las ondas) Aurora de Andrés, y que se ofrece por cortesía de "Archivos Paleolíticos Guelox & Sons Ltd."
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