A la izquierda, niñardos jugando al "Burro" en las calles. A la derecha, un servidor con varios de sus juguetes preferidos de la infancia: una pelota, un revolver del calibre 45 y una moto robada. |
Decía J.J. Rousseau que "La infancia es el sueño de la razón", frase que no entiendo y que demuestra que los filósofos suizos también dicen soplapolleces. Prefiero la frase de Montaigne, quien aseveraba que "los juegos infantiles no son tales juegos, sino las actividades más importantes de un niño"... ¡Gran verdad! Como también es un hecho probado que no siempre los juegos son divertidos, tal y como pudo comprobar el pobre F. Mauriac, desencantado de la cruel condición humana: ¡Qué poco apetece jugar en un mundo en el que casi todos hacen trampas! dijo.
Quien más y quien menos ha tenido alguna vez una bici, un balón, un muñeco, algún juguete por el que sentía una especial predilección; o bien ha jugado (si es más o menos de mi edad) a juegos tales como las canicas, las carreras de chapas, las tabas, el pañuelo, la gallinita ciega, el corro de la patata, el truque, el escondite... O ha saltado a pídola y a la comba, bailado peonzas... etc.
Por aquellos años "ye-yés" de mi más tierna infancia no existían aun los vídeo-juegos ni el "intrené", era todo mucho más analógico y se solía estar todo el santo día en la calle, desollándose las rodillas en salvajes partidos de fútbol y descalabrándose entre bandas a puras pedradas. Este amigable y edificante ambiente que reinaba en el barrio hizo que me decidiera a jugar el mayor tiempo posible en casa, más que nada para preservar mi integridad física.
A los 3 añitos era ya un fan empedernido de las series de indios y vaqueros, sobre todo de una que se llamaba "Bronco Ley", y me pedí para Reyes el "Fort Apache", fabricado en auténtica madera y al que no le faltaba detalle. Me pasaba las horas muertas planeando estrategias para tomar el fuerte. Al final, mal influenciado por los guiones de Hollywood, acababa haciendo dar vueltas y vueltas al recinto a todos mis bravos, que iban hasta las trancas de "agua de fuego" y lanzaban flechas encendidas mientras proferían sus agudos gritos de guerra contra los malvados cuchillos largos.
Pasaron varios años y la cosa se sofisticó un poco. Con motivo de la llegada del hombre a la Luna, se puso de moda todo lo relativo a la NASA y a la carrera espacial, por lo que sacaron un juguete llamado "Rescate Espacial", que a mi me chiflaba, y que era un ingenio eléctrico con un brazo mecánico y un helicóptero con cable y gancho magnético. Había que controlar los mandos con habilidad para lograr sacar a los esforzados cosmonautas de la cápsula y depositarlos en la lancha. También era muy popular el "CinExin", proyector de andar por casa que funcionaba a manubrio, o el "Mecano", que antes de ser un grupo pop, era un juguete de construcción con piezas metálicas.
Álbumes y cromos antiguos. Muchas de las colecciones las promovían las marcas de bollos. Para llenar un álbum tenías que ponerte "gocho" de tigretones, panteras rosas, bonys y bucaneros. |
Esa misma sensación de arrebato con los colorines de "Vida y Color" me sucedía con otros famosos diseños de juegos, como por ejemplo el popular "parchís" o el tablero de "La Oca", una maravilla que jamás me canso de mirar. Y además, todavía no han inventado unos juegos más "diver" que estos dos clasicazos.
He aquí otro mito de los juegos de mesa: Los Juegos Reunidos "Geyper", con su ruleta francesa y todo.
¡Al loro, momento arrebato!... La baraja de cartas de las familias... ¡Qué "gonííitas"! Con sus dibujos tan lindos y si las ponías en fila se continuaban... La familia Bantú, la familia Tirolesa, la familia Esquimal, La familia Sioux, la familia China... Solo faltaba la familia Flores/Pescaílla. Por muchos años que pasen no consigo jugar a nada que me entusiasme más que el simplón juego de naipes de las Familias del Mundo... O el parchis... O la Oca... Porque, os tengo que contar un secreto que me avergüenza profundamente como español y madrileño de pro: el mus me parece una puta mierda de juego... Una absurda mezcla entre el póker y el mentiroso, ideal para fantasmones achispados... ¡Me pone enfermo tener que jugar en pareja!... Siempre hay listillos que se creen más listos que el resto de la humanidad y que siempre la cagan, y que cuando la cagan, te echan la culpa a ti... Es un juego absurdo en el que tienes que estar todo el rato disimulando y mintiendo, haciendo estúpidas muecas faciales, diciendo tonterías del calibre de "Una porque no"... "Punto y miedo" o "cinco, seis y siete, las de Perete", y siempre hay mirones alrededor de la mesa opinando, como los jubilados en las obras... Lo único que me gusta de este juego es que cuando llevas media hora ganando "amarracos" (algo así como garbanzos o monedas que valen puntos) puedes joder toda la partida en un solo instante soltando una palabra mágica: "¡órdago!"... Entonces tu "compañero" (sí, ese listillo fantasma y achispado que se cree más listo que el resto de la humanidad) al oír ese palabra y ver en tu mano los naipes número cinco, seis y siete, pone una cara que recordarla en tu lecho de muerte es un bálsamo para el funesto trance. Y, a Dios gracias, ya no te vuelven a invitar nunca más a jugar al mus (Por cierto, qué nombre más jilipollas) ¡Cuánta razón tenías F. Mauriac.
Aunque no eran exactamente juegos ni juguetes, circulaban por aquellos días unos libritos canijos, mezcla de cómic y cuento que al pasar las hojas rápidamente se veían dibujos animados. Una idea genial y un formato encantador. Lástima que no haya podido conservar la colección, al igual que todos los ejemplares de tebeos de primera edición que tenía por doquier.
Pero por muchos fuertes, rescates espaciales, cinExines, bicicletas y demás zarandajas que tenía a mi disposición, nunca me divertía tanto como cuando mis hermanos y yo jugábamos con unos modestos sacapuntas en forma de animalillos de goma, a los que denominábamos "Muños". Cada uno tenía su personalidad propia y eran los personajes de infinidad de divertidas aventuras que nos inventábamos, improvisando sobre la marcha. Los hacíamos participar en festivales de la canción ("Festival de Muñovisión"), competiciones deportivas (Las polémicas "Muñolimpiadas"), protagonizar películas de Súper 8 ("Epsilon", "¿Morirá el Sol Mañana?", "Los Monstruos del Castillo" y otras) Resumiendo, hacían de todo menos sacar punta a los lápices.
Aunque no eran exactamente juegos ni juguetes, circulaban por aquellos días unos libritos canijos, mezcla de cómic y cuento que al pasar las hojas rápidamente se veían dibujos animados. Una idea genial y un formato encantador. Lástima que no haya podido conservar la colección, al igual que todos los ejemplares de tebeos de primera edición que tenía por doquier.
No están todos, pero casi: Leoncio, Hipo, la tortuga Pepi, el buho "Aserbuenos", Mon, Ardillita Chica, Dumbo, etc. |
La conclusión que se extrae de todo este rollo que me he marcado, es que la imaginación es sin duda el mejor juguete del que uno puede disfrutar en la infancia. Entonces, hasta una caja de zapatos vacía se puede convertir en un rascacielos, y un hatillo de cerillas sujetas con celo puede transformarse en una explosión de gas que surge por una de las recortadas ventanas, y un simple visillo puede prenderse en un pis pas... y entonces tu madre te parte la cara ¡y con razón!...
Pues ahí queda eso, usad la imaginación (no las cerillas) y jugad, jugad, malditos!
Rafael Martínez Sainero, Pirata 2012
Si señor, esas muñolimpiadas… con su antorcha olímpica de alcohol que en alguna ocasión pudo ocasionar algún siniestro, y aquellos gloriosos himnos (starwars, los walton… ¿cuales eran los otros?) que sonaban en el casete en la entrega de las chapa-medallas.
ResponderEliminarLa prueba de salto de altura era la más divertida; por su condición de sacapuntas, cada "muño" disponía de un orificio en su parte trasera en la que insertabas un rotulador que, apoyado en su parte media en una ficha grande de lego, permitía golpear el otro extremo del rotula y hacerle saltar a alturas insospechadas!!
Un día de estos me curro un post de este tema, pardiez!
Pues será un post esperado como agua de mayo.... Es verdad, tío... la de "altura" era una prueba de mucho peligro, podías sacar un ojo a alguien o romper alguna bombilla.. ¡Ja, ja, ja!.... Aunque echando la memoria p´atrás, aquellas competiciones tenían su lado oscuro. Por ejemplo, había algunos deportes que eran un monólogo de la puñetera tortuga "Pepi" que competía por la República de Java y que lo ganaba todo. Es verdad que había algunos himnos que eran de partirse la polla de puro absurdos... ¡Qué pena que no me acuerde de todos!
ResponderEliminarNostálgicos saludos, Guelox...
yo tenia el tente en lugar de lego y me chiflaban los tebeos de mortadelo y filemon,aun hoy alguno de internet cae jejee el scalextric,trenes de pequetren (que todabia los tengo guardados en sus cajas) algun coche de radio control de nikko,los playmobil....todas estas cosas que digo aun las conservo
ResponderEliminarY haces bien en conservarlas. Son las evidencias de que un día fuimos felices. Lo que no tendríamos que haber hecho es dejar de jugar con ellas. El Tente molaba mucho, efectivamente... Lo que no recuerdo es el Pequetrén, me acuerdo del Ibertren, eso sí.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un saludo.
Genial!!!!!!. Y esas chapas con camisetas?. Un beso bantú
ResponderEliminarGenial!!!!!!. Y esas chapas con camisetas?. Un beso bantú
ResponderEliminarGracias, Paloma... Uno esquimal y dos sioux for fou.
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