Una Femme Fatal de rompe y rasga, una maravillosa ilustración de Carlos Nine, una etiqueta de Jack Daniels y Ralph Drake, detective privado, para servir a Dios y a "usté" |
El Excelentísimo Ministerio de Eufemismos y Corrección Política me manda una nota en la que me conmina a denominar "Novela Subsahariana" a las dos obras maestras del género literario que antes se conocía como "Novela Negra" tituladas "Adiós Muñeca" y "Detective pribado"... En otro orden de cosas, no entiendo porque los correctores robóticos de estos puñeteros editores de texto me marcan como falta ortográfica la palabra "pribado" cuando realmente quiero decir que Ralph Drake, el detective protagonista, está pribado, o sea borracho, que ha pribado a modo, y que, además, está privado de toda decencia, moral cristiana y un mínimo "saber estar".
Ralph Drake es, además de detective, impresentable. Sus aventuras están escritas muchos años antes del fenómeno "Torrente" de Santiago Segura, y por supuesto, del guión de "No habrá paz para los malvados". La evidente influencia del gran Dassel Hammett y gran su personaje Philip Marlowe, no le quitan a mi querido Drake ni un ápice de su propia personalidad. Y el tono erótico de los textos que narran sus increíbles aventuras, rayano en el porno duro más bizarro, lo alejan definitivamente de sus primigenias referencias... A Dios gracias.
Primera y Segunda edición de "Adiós Muñeca" y única de "Detective Pribado" |
El éxito sin precedentes que consiguieron los cinco ejemplares editados de "Adiós Muñeca" y los tres de "Detective Pribado", me hicieron pensar seriamente en continuar la saga. Las críticas positivas de mi mamá me animaron a empezar una tercera entrega, pero la falta de tiempo, dinero e ideas dejó en el dique seco el proyecto. Años después, gracias a la estupenda política de empleo del Ministerio de Trabajo y a la excelente gestión de datos del SEPECAM, que no sé bien si es un expendedor de guantes para excrementos caninos o el Servicio Público de Empleo de Castilla-La Mancha, tengo todo el tiempo del mundo para desempolvar mi Olivetti manual y ofreceros en primicia mundial, ya sin ambages y sin prólogo, ¡¡a pelo y gratis!!, el primer capítulo de la nueva novela de la Colección "Serie Oscura" de Ralph Drake: "Algo huele a podrido en la Línea 5" Si es que no me merecéis, so "bandarras". Ah, y agradecer a Juan Manuel de Prada los párrafos prestados de su novela "La Vida Invisible".
Capítulo 1
Despachando, que es gerundio
La
luz del pálido sol de tres cuartos de tarde penetraba entre las rendijas de la
cortina a lamas que languidecía ante la mugrienta ventana de mi despacho.
En
las gruesas franjas paralelas de luz sucia, casi sólida, nadaban millones de
partículas de polvo en suspensión.
Polvo
en suspensión... – medité - …Coitus
interruptus del dios sol con la madre tierra, más que harta de que la jodan
a todas horas, deseosa de que llegue la noche... el sueño... Polvo a la oscuridad...
Polvo bajo la alfombra... Polvo acumulado... Polvo sin echar... Olvido...
Nada... Polvo en el viento...
Al
margen de melancólicas y fallidas metáforas baratas, la triste realidad era que
ese polvo en el viento era el resultado inevitable de meses y meses sin pagar
los “emonumentos” a Edgarda Dorothy Whasington Peláez, la chacha repúblicodominicana
que desapareció por aquella puerta una tarde de otoño, mancillando a voz en
cuello, no solo el buen nombre de mis familiares fallecidos, sino el del
mismísimo don Cristóbal Colón, que Dios guarde en conserva, y condenándome a un
futuro de terribles dolores producidos por no sé qué maldición vudú. Por
cierto... ¡Pedazo “emonumento” de pibón de bandera! ¡Qué polvo en el viento o
en cualquier lugar y momento que tenía la añorada afrocentroamericana!
¿Y
a santo de qué se entretenía un servidor en esas absurdas y polvorientas
cavilaciones mientras recreaba en mi memoria el enorme culo de Edgarda Dorothy?
Pues a santo de que el “tontopolla” que tenía sentado ante mí, un posible
cliente, era más pesado que una vaca en brazos. Me estaba contando el tío
plasta no se qué hostias de su novia.
- Fue
el día en que los aviones impactaron contra las torres gemelas del World Trade
Center de Nueva York. Mi novia y yo estábamos presenciando el horror
televisado, el horror repartido por todo el mundo como una eucaristía sacrílega.
La
verdad sea dicha, no me estaba enterando de una mierda. Por disimular, un
servidor asentía como un perro de
plástico de esos que cabecean en las traseras de los “bugas” de domingueros. Aquel
tipo gordo pedante gafotas decía llamarse John M. Pradillo, tenía el pelo
engominado hasta la raíces y me estaba dando una brasa de cojones.
- El
hermetismo de la metáfora requiere su porción de exégesis. Me fulguró, se lo
aseguro señor Drake, viendo aquello palpé cenestésicamente mis futuras
dimensiones escatológicas.
- Que
se cagó vivo, vamos – acerté a interpretar.
- No,
no – me corrigió - era más bien como si disfrutara de la
evidencia de lo que se percibe sin volición. Fue en
aquella ciudad pálida de miedo donde sentí por primera vez la pululación de la
vida invisible...
- ¡Ajá!
- encendí un pitillo mientras disimulaba que había entendido algo - Así que... sintió usted la pululación esa...
¿No es así? – dije, por decir algo.
- Eso
es, de la vida invisible... Porque hay otra vida paralela ¿Sabe usted?, tan
poco idílica como la que percibimos, pero donde residen las respuestas a los
secretos y a las dudas... donde se
aclara lo que es verdad y lo que no, donde se criba lo conveniente de lo
correcto...
Pradillo
calló de súbito supino, perdió la mirada en uno de los densos haces de luz
sucia y se lió a mordisquear como un “venao” lo que le quedaba de uña del dedo
gordo de la mano.
Sus
entrecortados sollozos y una vena gorda y palpitante que le cruzaba el cuello
de sur a norte me decían que debía poner fin a aquella absurda entrevista.
Incluso intenté ayudar en lugar de echarle a patadas:
- Mire,
hijo, no sé de dónde se ha escapado ni qué coño quiere exactamente, pero si le
sirve de algo le diré que en este mismo edificio hay una consulta de afamados
psiquiatras que tal vez le sean de mayor provecho que mis humildes servicios de
detective privado.
- ¿Sabe,
Señor Drake...? - continuó el majara sin haber hecho puto caso a mi consejo
- Con la certeza que otorga la
distancia... No la física, que nos separa apenas medio metro y una mesa
profundamente carcomida, sino la existente entre nuestros coeficientes de
intelecto, me atrevo a manifestarle que si la infancia es - como quería Rilke -
la patria del hombre, los amores que alcanzamos a vislumbrar mientras habitamos
esa patria adquieren el prestigio de las efemérides sagradas.
Silencio
tenso…
- No
claro, si visto así...- dije - ¡Es de
cajón!
La
cosa se ponía “chungalí”, así que apagué la colilla del Camel en el desbordado
cenicero y deslicé mi mano hasta el cajón bajo la mesa. El tacto de la culata
de hueso de mi “Smith & hueson”
me tranquilizó, aunque no demasiado, pues el pedante esquizo, ahora anegado en
sudor denso, seguía dale que te pego con la “pelorata”:
- ¡Y
entonces la oí, sí, la oí, la oí nítida! La voz de Laurita había sonado
acuciante, como urgida por una trepidación que intentaba sobreponerse a la
consternada perplejidad.
- ¿Mande?
- Que
digo que Laurita hablaba muy rápido, que estaba agobiada, que no se creía lo
que estaba pasando...
- ¡Ah!
- Si,
así era, las palabras de Laurita, como una jaculatoria de incredulidad, se
fundían con las del locutor televisivo, incapaz de glosar con coherencia
aquella epifanía del caos...
- ¿Pero
qué hostias está diciendo, pollo?
- Que
mi novia decía las mismas jilipolleces que Matías Prats junior. Y que hablaban
los dos a la vez.
Decidí
cortar aquello de raíz:
- ¡Se
acabó, que me tienes un poco disperso, ¡Oh Epifanio caótico!... Mira rico, si
no sales de aquí cagando leches te vi a meter una jaculatoria de hostias que no
te va a conocer ni tu mamá.
En
ese mismo instante entró en mi despacho una enfermera de las de antes, de
blanco, con faldita y cofia, que presentó sus credenciales atropelladamente y
se hizo cargo del majara.
- Disculpe
las molestias, señor…
- Drake,
Ralph Drake, detective privado.
- Encantada... Ya
me lo llevo… Me he descuidado un instante y el infeliz se ha escapado de la
sala de espera de la consulta del doctor Disorder, donde a la sazón trabajo. Le
ruego acepte nuestras encarecidas disculpas. Si hay algo que yo pueda…
Ya lo creo que había algo que ella podía,
pero no se lo iba a decir a la cara.
- No,
gracias, está todo bien, señoritaaa… - dejé
arrastrar adrede tres “aes” para que me dijera su nombre.
- Brunette,
Dolores Brunette. Pero puede usted llamarme Lolita. Soy terapeuta pélvica y masajista diplomada por el CCC.
- Mi más encarecidas felicitaciones por sus sugerentes aptitudes. Ha
sido un placer, Lolita. Buenas tardes.
La
puerta se cerró tras ellos y las furibundas exclamaciones de Pradillo se fueron
perdiendo pasillo adelante.
- ¡Aparta
de mí, oh pécora diplomada en atención sanitaria básica, esos ojos que hubiese
querido ungir de saliva para inmunizarlos del pasado!
Con
la imagen de las inacabables piernas de Lolita aun en mi retina, y la de sus habilidades en mi imaginación, vacié la
ceniza del vaso de cristal de culo gordo y me serví un Jack Daniel´s doble. Me
lo había ganado a pulso.
Aun
no había terminado la copa cuando oí la puerta abrirse a mi espalda. Apenas
tuve tiempo de girarme. También oí un disparo seco, ¡Bang!, como de “cacharra” de poco
calibre.
Mientras me desplomaba en el suelo e iba perdiendo el sentido, me
dio tiempo a pensar una sola frase.
¡Cojonudo, Drake! Ya estamos otra vez en algún fregado…
Comienza el juego.
Disculpe, maese Pirata, mas de menos echo un virtual enlace en la suya web para facer una ilegal descarga de su novela completa; pues ya que en comprarla en caso alguno pienso, como a buen seguro su deseo fuere, preferiría yo la alternativa opción de obtenerla por ilícitos medios, pasándome sus derechos de autoría por el forro de los doblones. Haga vuesa merced honor a su apodo y suba su novela a RapidSire, MegaUpdrake o ande le salga de los mismos, para que los plebeyos podamos hacer acopio de ella por la facial, y poder ejercer nuestro derecho al disfrute de su obra sin merma alguna en nuestras ya de por sí paupérrimas finanzas. Agradecido por siempre.
ResponderEliminarEncomiable encomienda fáceme vuesa Merced, amen de imposible, pues como bien sabe vueseñoría, un servidor es experto en empezar las cosas, maese en el arte de dejarlas a medias y supremo especialista en no concluillas jamás. Pero a fe mía que esta será la vencida y juro por las asentaderas de Nadine Velázquez que la terminaré en este mismo veranillo, por lo que tenga vuecelencia un poco de paciencia, pues por la jeró la leerá, por el careto la disfrutará, sin asaz peligro de su exiguo pecunio.
ResponderEliminarQuede usía con Dios, o en su defecto con alguna alta jerarquía celestial.
Estáis recibiendo peticiones y como se que vos sois de buen mandado, ruego encarecidamente a vuesa merced, se arme de constancia y rellene esta bitácora con nuevos capítulos de esta vuesa novela coetánea que promete a capa, a capote, y a espadachines.
ResponderEliminar... y con la lingüística del medievo… Se saluda a vuestra merced
Msol
Mandad, mandad, rogad, rogad, bella damisela, que aqueste bienmandado ha de satisfaceros los deseos, que amén de deseados, son cual órdenes para mí. Gracias por las palabras, los ánimos y los saludos. Los nuevos capítulos llegarán, no os quepa la menor duda, y han de calar en la memoria de los buenos gourmets de la negruzca, que no negrera, novelez literata, entre los que sin duda os cuento.
EliminarYo también me saludo a V.M. que Dios guarde muchos años
¡Ay, ay, ay! si Fray Bonifacio Ferrer levantara la cabeza y leyera esta guasa sandunguera…
EliminarFizo Fanzine fer una novela del dicho desbarato en el metro, verdat es,
agora no te tardes, que son muchas las guisas y dolieranse los dolientes del castellano fanzinés, pues mas valie tres capitulis in mano que cienti volandis
Maestre Fanzine, ensalzo vuesas palabras muy agradecida y saludo a los presentes
Blasonando estruendos se aventa interés en vuestra interrumpida prosa, caballero. Impaciente aguardo salvo las previsibles excusas en las que tanta eficacia como florida imaginación derrocháis la siguiente escena de tan extravagante comienzo, voto a tal, ahogando entre ronsitos del viejo de caldas y suspiros de hembra encendida los amagos violentos que perturban el ánimo y provocan anhelo de toledana con buen filo entre las nalgas de la indolencia.
ResponderEliminarRecibid afecto. El varón V.
Recibido queda el vuestro afecto, mi querido varón. Y bienrecivido vuestro comentario y bienvenido vos. Solo quiero expresar mi más encarecido agradecimiento a tantas muestras de interés por mi modesta e inconclusa novelilla. Tan solo resta decir que en los tres comentarios que me habéis enviado y que me instan a perentorias continuaciones, hay mucha más calidad literaria que en la feria del libro de esta edición recién clausurada y que me apetece más publicarlos a ellos que al pobre Drake. Pero ¡Qué coño! Voto a Bríos que antes de que la pertinaz canícula fenezca, verá la luz tan ansiado título y vos, mi estimado "V", seréis uno de los pocos privilegiados que la disfrute (si es que es de vuestro agrado) mucho antes que la másica plebe.
EliminarRecibid cheques (y afecto, claro)