La próxima parada, según el robot megafónico, era "Meco". Tras los cristales corría que se las pelaba una nave industrial de "Ferpinta España, S.A.", ya sabes, perfiles, pletinas, tubos, chapas de acero... Ese tipo de cosas.
En los asientos que estaban frente a mí, la jovencita de la luenga bufanda roja mantenía la cabeza gacha y extraía golosinas variadas de una bolsita de plástico. Ora un regaliz rojo, ora un limoncito, luego un regaliz negro, otro limoncito, un melón...
Y yo me estaba muriendo mientras la miraba, ora los melones, ora los limoncitos...
Todos nos estamos muriendo... Unos más lentamente que otros pero...
Treinta años no es nada, qué febril la mirada, que es un soplo la vida.
Relativo, relativo...
Y un chico y una chica se besaban tres asientos más allá.
Si un médico te dice que te quedan solo unos meses de vida, desesperas. Si, por el contrario, te dijera que te quedan por delante "bastantes", o "muchos", o "un buen puñado" de años, te quedarías tranquilo... Pero... ¿Y si te dijera que te quedan exactamente 29 años, 11 meses y 28 días de vida? Desesperarías igualmente. Entonces... ¿Por qué no empezar a desesperar ya? ¿Por qué diablos no vivimos la vida como si apenas nos quedara un soplo de vida?... ¡Es que apenas nos queda un soplo de vida! ¡Que es un soplo la vida, hostia! Que 29 años, 11 meses y 28 días de vida no es nada.¡Y qué febril la mirada sobre los meloncitos!
Y necesitamos tantos abrazos...
Tantas caricias...
Muchas, muchas palabras de ánimo para sufrir con menos dolor esta enfermedad incurable que es la vida... Todos, absolutamente todos condenados...
No pensar en la muerte.
Huir de la muerte.
No pensar en nada.
Pensar en nada.
No pensar en la "Nada".
No pensar.
No sentir.
No ser.
Morir.
Hay una extraña calma en el aire...
- ¿Me das un regaliz?
Un rumor de saliva en el beso eterno de los enamorados...
- ¡Muchas gracias! ¡Está bueno!
Besarse eternamente, esperar a la muerte con nuestras bocas unidas, nuestras lenguas enlazadas...
Para huir de la muerte nos amaremos.
Pero a cada beso de la pareja me sentía más y más solo.
Y luego está lo de Ninotska... ¡La echo tanto de menos!... Ninesán, mi japonesita, mía en la mente, que bien sé que el verdadero amor no es posesión, si acaso recíproca sumisión.
- ¿Te gusta el regaliz? Si, claro... ¡Qué tontería de pregunta! Si no, no lo habrías comprado ¿Verdad?... ¿Te da miedo la muerte? ¿Te doy miedo yo? ¿Te sientes amenazada por mi presencia y mi súbita intromisión en tu vida? Seguramente, oh, golosona ninfa de vida soplante, pensarás: ¿Por qué este gordo se pone a hablarme ahora?... ¡Cielo Santo, - exclamarás para tus adentros y entretelas - cuán febril su mirada! Te estarás preguntando en silencio: ¿A qué viene lo de la muerte? ¿Cuántos psicópatas puede haber en esta ciudad por kilómetro cuadrado? Puedo jurarte que mis intenciones son honestas (aunque ninguna intención para con otra persona es deshonesta si cuenta con la beneplácita aquiescencia permisiva del opuesto) Estoy hablando solo, la chica se ha ido. "Es mi parada" dijo, asustada. Y a lo mejor lo era, o tal vez solo quería huir de mi... huir de la muerte... No me extraña... Pensará que estoy loco... Que la quería violar... Pero no es cierto. Lo segundo al menos no... ¿Loco? ¿Quién lo sabe? ¿Qué es la locura? ¿Qué es la cordura? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la vida? Un soplo.
- Yo también necesito que me abracen - dijo una señora, mientras se sentaba a mi lado.
- ¿Lees la mente? - pregunté mientras le acariciaba el pelo.
- Todos lo podemos hacer si miramos bien en los ojos de los demás. En las miradas profundas se ve quien es un asesino, quien un miserable, quien un desgraciado, quien un santo, quien es todo y quien es nada...
- Y quien está solo.
- Eso es lo más fácil de ver... Todos estamos solos.
- Ante la muerte.
- Y ante la vida... Sobre todo ante la vida.
- ¿No sientes un vacío inmenso al mirar a esa pareja de ahí enfrente mientras se besan?
- Vacío, si... Y envidia... Y deseo...
- Están huyendo de la muerte, su instinto les impele a crear vida.
- Para huir de la muerte nos amaremos - la mujer me dio un beso en el cuello y susurró en mi oído:
-¿Crees que nos dejarían unirnos a ellos?
- No, el amor es cosa de dos.
- Eso no es cierto - dijo y me besó en la boca y me excité mucho y nos abrazamos y durante un instante no me sentí solo.
- Pero tú no eres mi amada Ninotska, Ninesán, mi japonesita - dije tras el largo beso.
Volvió a besarme y dijo luego:
- Sí que lo soy si sabes mirar en mis ojos, si sientes en mi mirada su amor, mi amor, mi deseo, su deseo en mi lengua que acaricia la tuya, en mi mano que busca tu placer, en mi cuerpo que quiere sentir lo que el tuyo...
- Es solo sexo.
- Es amor.
Si, la señora tenía razón... Y mientras la amaba comprendí que había que vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida. Tarde o temprano lo será.
© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2012
Relato incluido en el libro "Guadalajara, Final de trayecto"
Relato incluido en el libro "Guadalajara, Final de trayecto"
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