Onfale, la dominatrix de Lidia, dueña de Hércules,
el León del Olimpo.
Tras matar Hércules sin venir a cuento a un tal Ífito, Zeus y sus amigotes olímpicos le castigaron a tres años tres de esclavitud. Al Príncipe del Poder lo compró la reina Ónfale de Lidia, quién pagó a los dioses tres talentos tres de plata. No se puede dudar que la bella Ónfale tenía mucho talento (de plata) y buen ojo con los hombres. El brutote vengador olímpico era un chico obediente y sirvió a su dueña con eficacia durante el periodo acordado, librando a Lidia de una banda de delincuentes albanokosovares que la asolaban y ejerciendo de perfecto amante para su ama y sus amiguitas de la corte. Un tipo con suerte este Herc, sin duda, cuyo cuerpazo y simpatía con las damas convirtieron tres años tres de supuesta esclavitud en las perfectas vacaciones sexuales.
Sebastiano Ricci "Ercole e Onfale" / Gustavo Boulanger "A los pies de Ónfale / Versión de Diziani |
Ónfale era la dominatrix ideal. Para imponer su poder sobre el semidiós cautivo, se ataviaba con la vestimenta de combate de éste, que no era otra que la piel del mítico León de Nemea, al que mató en su día el héroe en combate singular. Al bueno de Herc le obligaba a vestirse de mujer y le alojaba en los aposentos de sus damas de compañía. Y claro, el hijo de Zeus encantado de la vida.
- ¡Vaya panda de putitas viciosas tenemos aquí! - exclamó con sorna la "pérfida" reina, blandiendo la poderosa maza de Hércules, que otrora había abatido a la mismísima Hidra de Lerna - ¿Así que acariciándose entre todas en plena noche? ¿Eh? ¿Con que esas tenemos? - amenazaba Ónfale entre las risitas de sus damas - Y tú, la grandota de la barbaza, eres la peor "guarris" de todas… ¡Ven aquí y lámeme los pies mientras te azoto el pompis con la sandalia! ¡Mala pécora!
Estos eran los "castigos" a los que el hijo de Zeus se sometía para gozo y felicidad de su ama, quien finalmente lo convirtió en su esposo y padre de sus hijos.
El Hércules de MARVEL, un vengador casi tan poderoso como el propio Thor o el increíble Hulk. Pero mucho más juerguista. ¡Dónde va a parar! |
Ya desde pequeñito, el niñardo se las traía , y en vez de con sonajeros, jugaba con serpientes / La versión que nos ofreció la casa Disney: Un Hércules más juvenil y estilizado. |
Un día en que Herc y Ónfi estaban de excursión por el campo, el dios Pan, fauno salidorro, a la sazón dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada, se enamoró perdidamente y a primera vista de la reina. Por la noche, como de costumbre, Ónfi y su forzudo juguete sexual se cambiaron los ropajes, y así el semidiós se puso la delicada túnica púrpura y las sandalias doradas de la reina, mientras que ella se puso su piel de león. Luego, cuando llegó la hora de dormir, se acostaron en camas separadas, pues tenían previsto realizar al amanecer un sacrificio al dios Dionisios, quién curiosamente exigía a sus fieles la abstinencia sexual en las horas previas al ritual.
Pan logró entrar donde la pareja dormía, pero el lugar estaba completamente a oscuras. El dios, entonces, tanteó con delicadeza a los ocupantes de ambos lechos y al sentir la suave túnica de Ónfale creyó, con toda razón, que quién la usaba era ella. Entonces Pan se metió en su cama, pero en cuanto el héroe sintió el divino arrime de barra de Pan, echó al sátiro del lecho a patadas. La reina despertó con el alboroto y encendió una lámpara. Cuando ella y Hércules vieron a Pan magullado en un rincón, rieron hasta hartarse. El dios, rencoroso, fue por todas las cortes de Grecia contando a los nobles que Hércules no era más que una maricona travestida que cosía en los telares de la reina, y que Ónfale era una bollera marimacho. De paso, Pan también ordenó que en lo sucesivo, sus sacerdotes asistieran completamente desnudos a sus ritos, para que no hubiera equívocos.
Francois Boucher "Heracles and Omphale" 1735 / Hércules echando a patadas a Pan de la cama. |
Hasta aquí la siempre amena y divertida Mitología Griega… ¡Y todavía me preguntan que por qué la prefiero a la Biblia o al Corán!
Esta historia nos introduce de lleno en el eterno debate: ¿Quién domina a quién?
Lo interesante de las mecánicas de dominación y sumisión es que, por mucho que la parte dominante quiera sostener la fachada, la relación es simbiótica, y si no existe aquiescencia de la otra parte, su dominio no significa nada. Es bien sabido que se puede “dominar desde abajo” ya que, en el momento en que se rompe el consenso, la relación se hunde. Es la ley del equilibrio del Universo: El Yin y el Yan, el Bien y el Mal, el Betis y el Sevilla, Ramón y Cajal, Wyoming y Bárcenas, lo uno no se entiende sin lo otro.
"Hércules y Onfale" 1602-1605. Lienzo de Peter Paul Rubens. París, Musée du Louvre.
Indiscutiblemente, este famoso óleo se asocia al dominio de la mujer sobre el hombre, siendo muy probable que el mito tenga sus orígenes en ritos primitivos de fertilidad en los que la diosa madre estaba asociada a un dios masculino subordinado, y que no distan mucho de la idea que tenemos hoy en día de lo que es una dominatrix. Porque toda mujer tiene algo de ama pérfida, de femme fatale, algo de Ónfale, quizás apoderándose tras su victoria de piezas del vestuario masculino, como sus camisas, que pasan a ser fetiches que recubren el sensual cuerpo para sellar su triunfo, mientras, quizás, se fuman un cigarrito y observan el cuerpo del hombre desnudo y rendido en la cama, indefenso a su merced.
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